Es muy posible que la interpretación de Hoffman acabe incluso eclipsando a la película en sí. Parece una composición bastante mimética de un personaje controvertido, poliédrico, en una continua pose cuando estaba en sociedad, y que escribía muy bien. Pero la película tiene un apreciable valor por ella misma, ya que nos acerca a un hecho cierto, componiendo un juego a veces malévolo sobre la actuación de Capote, que se mueve entre la comprensión hacia los asesinos y su deseo de escribir un libro "que cambiará la literatura americana" nada menos. La película gana en su segunda parte porque plantea sutilezas que mueven al espectador a pensar y a juzgar a su vez. Es fundamental tener en la cabeza bien la novela original (confieso tenerla en casa y no haberla leído), bien la excelente película de Richard Brooks. Sobrio plantel de actores, con la Keener, que cada día me gusta más y Cooper, que con esa cara siempre va a tener trabajo de buen secundario en el cine.
Muy significativo que los distribuidores han añadido el nombre de Truman al título, para que el público "no creyera que se trataba de un filme sobre el toreo". Sobran comentarios. Y lo peor es que seguramente tienen razón. Y eso que nos hallamos en la era de la información....