Cuando se comienza a ver, el didactismo puede parcer un momento de fragmentación: Los cabos sueltos salen. En una que otra escena, la incredulidad salta para alternarse en breve con la sorpresa que va tomando todo, y se aleja, contrario al juicio anterior, del betselerismo que se hace obvio al hacer una primera caracterización, para pasar a un lenguaje intrínseco de imágenes, en torno a una idea: El valor intrínseco que comienza a resultar intangible en un intento de hacer que los consejos no sólo sean eso, sino que se comienze a tratar con ojo abierto, a saber, el todo que es más que la suma de las partes, la labor culinaria con cosas que inter-son, con lo que logra transmitir concepciónes intuitivas, especialmente en su clímax. Así, el ethos se antoja muy estético desde su propio discurso.