Me acuerdo cuando vi por primera vez Lost In Translation, fue una noche de la que no me olvidaré jamás.
Para un adolescente (perdido) como yo no hay nada mas gratificante que ver una película que muestre tan bien la amistad de dos personas tristes, melancólicas, aburridas...perdidas.
Lost In Translation es algo más que una película, es una manera de ver la vida, de ver las cosas. Inevitable no dejarse encantar por esa Charlotte solitaria y ese Bob Harris sarcástico, juntos en un mundo diferente.
Lost In Translation no es un dramón romántico, es una historia de una amistad breve pero que siempre quedará en el recuerdo, de un posible amor si se hubieran dado las circunstancias ideales... de una vida marcada por esas dos semanas en Tokio. Una historia que debes sentir desde la primera imagen hasta el final, contemplando a estas dos personas tan distintas en un principio, pero nada más lejós de la realidad, cómo dibujan una película que te marcará.