Antes de nada comentar que la película no me gustó. O peor aún: me dejó indiferente.
Indiferencia ante el trabajo de los actores, ante sus historias y ante el modo de Rosales de contar las mismas. Durante el visionado tuve en más de una ocasión la sensación de estar viendo alguno de mis videos caseros, de las vacaciones, de alguna fiesta de cumpleaños. Esas imágenes de mi niña en las que se oye un “mira que bonita la niñaaaaa”… y de fondo a alguien diciendo “pásame el hielo”.
Puede que esa sea precisamente la idea del director y su hiper-realismo, pero a mí eso no me emociona.

Ahora bien, también he de decir que no estoy para nada de acuerdo con muchos comentarios que estoy leyendo en el sentido de que la cinta “es una estafa”, “una tomadura de pelo”, “la academia ha perdido los papeles”, “así anda el cine español”.
El hecho de que no me guste la peli, no implica que no reconozca en ella un trabajo honesto por parte del realizador y los actores. Nos puede gustar más o menos, pero hay que reconocer que se intenta decir algo y se intenta de un modo no al uso. Aunque no termine de gustarme, no me lo tomo como un insulto; no me parece que nadie se esté riendo de mí.
Continuamente llegan a nuestros cines verdaderas estupideces made in Hollywood, mucho más aborrecibles, y nadie pone el grito en el cielo. Me viene a la mente, a bote pronto, la que puede que sea una de las peores películas de la historia del cine: “El Especialista” de Luis Llosa, nada menos que con Stallone, Stone y James Woods. Pues bien… aquí nadie se rasgó las vestiduras cuestionándose el estado o la situación del cine en USA.

No nos volvamos locos.