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Comedia
José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
23 de julio de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha llegado el momento.
Nino Manfredi cruza el patio de la cárcel.
Apenas puede caminar.
Tropieza.
Le sostienen dos guardias con uniformes grises
y él se mueve sin alma como un muñeco roto.
Arrastra por el suelo la sombra de su angustia
entre paredes sórdidas y funcionarios lúgubres.
Es un final terrible,
como el garrote vil
ciñendo la garganta de aquella España negra,
ahíta de sotanas y tranvías
y reos aguardando su hora en el patíbulo.
En las entrañas de la dictadura
el Caudillo firmaba sus oscuras infamias
envuelto en una aureola de atrocidad solemne,
y sin embargo
las parejas ahorraban para comprarse un piso
y Berlanga y Azcona se burlaban del régimen
ante los ojos miopes de una censura idiota.
Incluso los verdugos eran seres humanos
cuando los encarnaba Pepe Isbert.
Nino Manfredi cruza el patio de la cárcel.
Apenas puede caminar.
Tropieza.
Le sostienen dos guardias con uniformes grises
y él se mueve sin alma como un muñeco roto.
Arrastra por el suelo la sombra de su angustia
entre paredes sórdidas y funcionarios lúgubres.
Es un final terrible,
como el garrote vil
ciñendo la garganta de aquella España negra,
ahíta de sotanas y tranvías
y reos aguardando su hora en el patíbulo.
En las entrañas de la dictadura
el Caudillo firmaba sus oscuras infamias
envuelto en una aureola de atrocidad solemne,
y sin embargo
las parejas ahorraban para comprarse un piso
y Berlanga y Azcona se burlaban del régimen
ante los ojos miopes de una censura idiota.
Incluso los verdugos eran seres humanos
cuando los encarnaba Pepe Isbert.