Muchas son las lecturas que se pueden hacer sobre esta sorprendente película – Religión – Filosofía – Mito; no sería justo considerarla únicamente un film de acción y ciencia ficción.
El plasmar lo que quieres contar es el problema fundamental de toda obra de arte, y cada uno tiene sus propias herramientas; los hermanos Wachowski lo han logrado con una magnífica técnica que hace que se vea la película, en sus momentos de pura acción, con mucho agrado.
El carácter tan dinámico de la imagen lleva en sí mima la idea que el autor quiere contar en el relato cinematográfico. Esta película sin esos logros técnicos e ideas cibernéticas sería una más del mercado.
Los actores están muy bien escogidos y fotografiados; esculpidos en piedra –fríos – embutidos en trajes negros pero brillantes cuando están en Matrix – y gruesos y opacos en la “realidad real”.
La idea fundamental de Matrix es la pregunta eterna: ¿es el ser humano libre para escoger sus caminos, o como dice la película para trazar su destino?, o por el contrario, ¿su destino o sus caminos están previamente trazados?
Otra pregunta que se hace el espectador de Matrix… ¿qué distingue a la realidad de la ficción?
El autor encierra a sus héroes en un programa informático, Matrix, pero al mismo tiempo les da la opción de que puedan escoger. Aquí aparece el traidor que con conocimiento del engaño prefiere vivir mirando a la mujer de rojo – comiéndose un filete – porque en la “realidad real” las mujeres son grises y la comida una bazofia; la libertad es dolorosa.
El mensaje final de la película es que no existe la libertad ni la inmortalidad sino a través del amor (Beso – La Bella Durmiente).
Un paréntesis… solo desentona la historia de los humanos como fuente de energía para las máquinas y los bichos cibernéticos; no aportan nada al argumento central, es otra película.