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Estados Unidos Estados Unidos · Chicago
Voto de Donald Rumsfeld:
3
Bélico. Drama Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una característica del cine de bélico clásico era la deshumanización del enemigo. El enemigo era cruel, traicionero, astuto. Y feo. En la medida de lo posible se omitían sus rostros y el único motivo de sus acciones que se daba o esbozaba era (son) la sed de sangre, poder o venganza. Dunkerque lleva estas premisas más allá: Ni siquiera hay enemigo.

Sí, hay un par de escaramuzas y tres o cuatro combates aéreos en los que la RAF se impone de manera aplastante. Ya está. No hay nazis.

¿Por qué?

Hipótesis:

Es muy gratificante mostrar unos cuantos enemigos para que los héroes puedan luego cumplir su venganza. Es reconfortante ver cómo se les ajusticia. Por otra parte, mostrar como los nazis pasan por encima de ti (de hecho, eres tan mierda para ellos que ni siquiera reparan en tu presencia) es otra historia.

En esa historia la huida aliada, pero especialmente la británica, no es más que una retirada ignominiosa ante un enemigo que aun cuando los números no estaban a su favor los ha superado mediante la estrategia. En esa historia la retirada no es más que la prueba irrefutable de que los aliados en ningún momento pudieron hacer frente a un problema que les venía demasiado grande.

Justo por eso no podían mostrar a los nazis.

Nolan, tan pródigo en explicaciones absurdas e irrelevantes y amigo de complicar las situaciones hasta el último detalle, firma una película con una narrativa sorprendentemente austera, pues de alguna manera sabía que la sola muestra de un uniforme nazi supondría evocar todo aquel desastre, toda aquella falta de planificación, todo el desdén que los altos mandos mostraron con sus tropas una vez llego el momento de hacer sacrificios.

Quizás, sí, quizás, si los hubiera mostrado, alguien, puedo que incluso británico, podría haber recordado que el sudor ahorra sangre, que la sangre ahorra vidas y que la inteligencia puede ahorrar ambas cosas.
Ahora que se ha reescrito la Historia y Churchill ya pasa por ser un demócrata, filántropo y humanista, había llegado el momento de hacer una película sobre Dunkerque en la que los británicos fueran los héroes.

En la que los aviones de la Luftwaffe fueran patos de feria.

Pero ¿qué aportó en realidad el ejército británico a la victoria aliada?

El bombardeo en alfombra.

Y claro, sobre eso sí que es imposible que hagan una película.

Sus contribuciones más importantes fueron: 1- Servir de plataforma de lanzamiento para el ejército estadounidense y 2- consumir recursos de los alemanes, pero tampoco muchos.

Y, por cierto.

Que nadie se engañe: los aliados no derrotaron a los nazis. Los nazis fueron derrotados por 1- por su soberbia e ignorancia (Moscú está muy lejos), 2- por el invierno 3- por los soviéticos, 4- por sus aliados (que los dejaron expuestos en todas las ocasiones) y 5- por la incompetencia de Hitler una vez que asumió el mando de las fuerzas armadas.

Y en absoluto por ese ejército que se retiró para poder seguir luchando otro día.

Cuando Tarantino hizo Malditos Bastardos había cierta expectación por saber cómo iba a ser la primera película en que trataba un tema duro. Por ver si Tarantino podía tomarse algo en serio. La película resulto ser un puro divertimento, nada que ver con algo de Fuller o Peckinpah. Pero seguía estando fenomenalmente grabada (la cámara siempre quieta y expectante), contaba con buenos actores y un buen guión y, además, como todas sus películas, estaba magistralmente montada. Encima, nunca habíamos visto una película bélica así.

Nolan sabe jugar con el espectador. El Caballero Oscuro o Inception llevaron esa dinámica hasta el paroxismo. Sin embargo, Nolan no sabe montar escenas de acción. Pretenda hacerlas tan realistas que acaban explotando en toda su artificialidad. Son más confusas que rápidas y caen con frecuencia en el abuso de planos cortos que rompen la coreografía. Por otra parte, tampoco había hecho una película seria hasta ahora. Como aquí no hay juego psicológico que valga, todos sabemos como acaba, y como Nolan (hasta ahora) tampoco ha sabido recurrir al diálogo ingenioso (Tarantino) o a enfoques más dramáticos (Spielberg) a la hora de articular sus películas, ésta se acaba quedando en la superficie de todo lo que toca.

Si hubiera puesto música Wah-wah en los planos aéreos podría haber sido un fantástico anuncio de Ray-Ban. Y si los chavales no llevaran uniformes, de Levis. A Nolan le gusta estilizarlo todo.

Pero si se estiliza la guerra, pierde toda su veracidad. Y en fondo, por muy pedante que sea la música o relamidas que sean las imágenes, todo parece un cachondeo tan pretencioso como efectista. Otro anuncio. Tan político que a pesar de ser una película bélica ni siquiera tiene política. En apariencia. Incluso en Salvar Al Soldado Ryan, otro anuncio de la familia americana y de las barras y estrellas, la trama principal es corrosiva comparada con esta. Allí muchos tienen que morir absurdamente para salvar a uno sólo; aquí no hay nada. Bueno, también hay una muerte absurda. Hasta el ridículo. Uno de los golpes melodramáticos más bajos que recuerdo y el punto más bajo en la filmografía de Nolan. Visto eso ya sólo cabe esperar una mejoría
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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