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Estados Unidos Estados Unidos · Chicago
Voto de Donald Rumsfeld:
8
Serie de TV. Intriga. Thriller. Drama Serie de TV (2017). 18 episodios. Continuación de la serie de culto "Twin Peaks", que vuelve a contar con gran parte del reparto original además de nuevas incorporaciones. La historia continúa alrededor de los personajes de Dale Cooper (Kyle MacLachlan) y Laura Palmer (Sheryl Lee), pero 25 años después. Mientras el agente sigue atrapado en la habitación roja, su alter ego macabro y sanguinario imparte el terror a su alrededor. Un nuevo ... [+]
9 de marzo de 2018
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie arranca justo donde acaba la anterior. Pero durante el intermedio, el mundo se ha globalizado y la trama ha quedado liberada de un lugar concreto. Ahora, el mal acecha en cualquier recodo y ni tan siquiera puedes relajarte en la oficina del sheriff, cuyas puertas guardan secretos, cuyas máquinas observan y controlan a los lugareños. Sí, el mundo parece más frío y despiadado… hasta que te das cuenta de que casi nada ha cambiado. De que, en realidad, la parte importante estaba decida de antemano; y lo de ahora sólo son las consecuencias. Da igual las veces que apuestes en la tragaperras: la suerte ya estaba echada.

Por supuesto, las cosas ya no suceden en un momento determinado. Mañana, ayer, ahora, qué más da… en cierta medida todo es un efecto de lo anterior y un prólogo de lo que vendrá. Hay puntos de inflexión, claro, pero si las fuerzas elementales no hubieran sido exactamente esas y si no hubieran interactuado justo como lo hicieron, nada existiría tal como lo conocemos.

De hecho, es posible que no estemos del todo aquí y ahora. Que el propio tiempo solo fluya desde nuestra perspectiva. Y que desde otra perspectiva (dimensión) ya se haya agotado por completo.

Se acabaron las imposiciones.

Un casting cuya media edad supera generosamente los 50. Purga de toda escena ya vista. A la alucinación terrorífica, a la comedia surrealista, al thriller claustrofóbico, se añade ahora una capa existencialista situada en una improbable intersección entre la literatura de Kafka (retrato incluido) con personajes de Beckett, la física cuántica y la teología cristiana de Tarkovsky. Sin transiciones. Con diálogos antigravitatorios. Filmando cada escena a contrapié para inhibir cualquier posible clímax. Ignorando las convenciones dramáticas para dejarse llevar por una narrativa puramente rítmica, cuya melodía brota de las asociaciones (en absoluto libres) que establecen los elementos entre sí.

Es posible que en un primer momento ese trasfondo espiritual haga parecer esta serie más explícita y menos sugerente; es posible que la manera de resolver sus anteriores trabajos se prestara más a la interpretación y la polisemia. Pero puede que esa impresión tan solo sea un efecto óptico (una alucinación) provocado por el hecho de que hasta ahora nunca se había levantado el telón. Una vez levantado, lo asombroso es lo bien pensado que estaba todo. Desde el principio del principio. Su coherencia de koan: a pesar de ser completamente diferente de las anteriores temporadas, ya estaba totalmente contenida en ellas.

Salvo que ya no es un juego de espejos. O una broma divertida. O un espectáculo concebido para el asombro. Ahora estamos perdidos en un rincón de una galaxia, en la esquina de un universo que se multiplica. No hay ningún centro. Y hacemos un montón de cosas estúpidas, y la verdad es que nada tiene mucho sentido. Simplemente nacemos y luego los átomos se desintegran. Y en realidad no tenemos ni idea de lo que hacemos pero lo seguimos haciendo.

Fracturas en el orden de lo real. Grietas en un muro a través de las cuales, ocasionalmente, pueden vislumbrarse destellos de otra realidad, tal vez un orden superior. Singularidades para la física, categorías mentales para la filosofía, Dios para los teólogos: los límites más allá de los cuales no es posible el conocimiento porque sólo hay caos, un rostro en el que tan solo podemos observar nuestro reflejo. O, más bien, al revés: un rostro del que
nosotros tan solo somos el reflejo.

Bob, para los amigos.

The Return.

Es místico en su trasfondo, denso en su contenido, ruidoso en su puesta en escena y atonal en su montaje; con escenas que comienzan en cualquier punto y concluyen en cualquier momento. Sin énfasis. Con diálogos, acciones y personajes que no necesariamente tienen trayectorias paralelas y puede que ni tan siquiera un destino común. Es tan revolucionario que será imposible de imitar. Extravagante y combativo. Muy exigente con el espectador. Con humor. Sin melodrama. Violento en cada escena. Aprovechando la menor ocasión para embestir al espectador con sus sonidos ultraagudos y metálicos. Con saltos constantes en el formato de imagen o en el registro de las escenas. Con saltos de género que se mezclan sin agitarse. Magistralmente ambientado, rodado, montado y producido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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