Mommy.

Luego de haber explorado la filmografía de Xavier Dolan y haber salido con una floja experiencia en mi visita a "No es más que el fin del mundo", aquí le daré la oportunidad de reivindicación con "Mommy", esperando que mejore mi percepción hacia su constancia artística.

El director canadiense busca excavar mediante las relaciones de madre e hijo y sus dificultades, para así poder arribar y hacer énfasis en los tratados que se le brindan íntima y socialmente a los distintos problemas de salud mental, así mismo como esos problemas van dejando huella en aquellas personas que lo sufren, así como en aquellas personas que deciden acompañar durante ese duro proceso del cual parece y al menos Dolan lo plantea así, cuesta que haya una salida.

Es impactante como se saca tanto drama y cataclismo como sé es posible, en un formato visual de 1:1, como si de representar una prisión, un encierro constante al que se los expone a nuestros protagonistas se tratase, un formato que cada tanto tiene sus pasajes donde explícitamente se abre el plano para darle un respiro y una determinada libertad ante un desarrollo que los sofoca permanentemente y que bien esa situación sigue prevaleciendo.

Los colores son utilizados con el propósito de reafirmar todos los espacios emocionales que plasman en pantalla sus figuras, paseando por filtros con tonos azules, rojos, amarillos, marrones y verdes durante todas esas etapas, simbolizando en esos colores todos sus significados negativos, así podemos transitar junto con Antoine Olivier Pilon (Steve) las fases de soledad, incertidumbre y melancolía que lo asaltan continuamente.

Es interesante como en sus trayectos de alivio que se les otorga a sus intérpretes, esos colores siguen latentes en la historia, pero esta vez, se las puede deducir como el entendimiento positivo de esos tonos en la vida de las personas y en cómo hasta el uso de la cámara puede otorgarle una composición más amena hacia ellos, teniendo en cuenta que en los momentos oscuros se planteaba una cámara en constante movimiento desorientador y confuso, y luego esos movimientos se tornan a tramos de diversión y soltura.

Más que interesante y empática interpretación de Antoine Olivier Pilon, asumiendo el compromiso de las misceláneas por las que está estructurado su figura, al igual de cómo se logra una interacción fluida con sus protagonistas secundarias, asimilando periodos de mucho sufrimiento y aflicción de su parte para con el relato, efectivizándolo de gran forma.

Un ritmo que no sé permite ser lento debido a los distintos ciclos que toca y que no le dejan ser aburrida y caer en un declive, tornando una constancia dinámica, por momentos interesantemente hilarante y desde luego asfixiante en virtud al tema que se plantea logrando atrapar y entretener en todo su recorrido.

No le puedo conceder una mayor calificación a causa de que me sucedió la sensación de que el director quiso sacar tragedia y dolor hasta debajo de las piedras, no pudiendo administrar con eficacia un final que para mi gusto hubiese sido más acorde habiendo finalizado quizás, unos 20 minutos antes.

Cuestión que vale recalcar no le quita el buen desempeño previo hacia ese seductor punto de vista que le brinda el cineasta a las relaciones entre madres e hijos armonizando una crudeza total para referirse de los conflictos que atrae en propios y extraños, los problemas de salud mental y el tratado que a ellos se les da.

Calificación: 8.5