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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
9
Drama Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados supervivientes, algunos con taras físicas, regresan a los Estados Unidos. Aunque al principio se les trata como héroes, poco tiempo después comienzan a verse marginados. (FILMAFFINITY)
5 de febrero de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los mejores años de nuestra vida” es una excepcional película dirigida por William Wyller, realizada en un momento complicado de su carrera profesional, a pesar de haber rodado tan solo unos años antes algunas obras maestras que, pasados los años, lo siguen siendo sin ningún tipo de dudas. Todas ellas reflejan actitudes y conflictos humanos que siguen teniendo una evidente actualidad y una lectura extremadamente cercana a nosotros a pesar del paso del tiempo.

En esta ocasión, Whiller se basa en una novela “Glory For Me”, de MacKinley Kantor, y, vista con la perspectiva de los años, el Comité de Actividades Antiamericanas tenía toda la razón en sospechar de ella. Lo que se pone en cuestión es, en el fondo la naturaleza misma de la guerra, de todas las guerras, y las víctimas que dejan a su paso, incluso en el bando ganador. La guerra, además de un lucrativo negocio para muchos de los que se quedan a buen recaudo, es algo terrible que no acaba para bastantes de los que asisten a ellas en primera línea. Todos conocemos bien las secuelas sicológicas que arrastran el resto de sus vidas cientos de personas que, por azares del destino, fueron reclutados a las filas de algunos de los ejércitos contendientes. La adaptación a las circunstancias de la paz puede llegar a ser terrible, y, en algún caso, una experiencia que termina infelizmente.

El director vuelve a estar magistral en la creación de los personajes, dotándoles de una enorme profundidad sicológica. Y vuelve a dirigir con esmero a unos actores excelentes que encarnan a la perfección ese tipo de personajes complejos. Es difícil destacar a algunos y olvidar a otros. Tal vez los que consiguieron los diversos Oscar eclipsan el trabajo de los demás, que en esta ocasión comparten el mismo punto de excelencia.

Los aspectos técnicos de la película están, como de costumbre, resueltos con una brillantez y un oficio extraordinarios. A Whiller se le ha llamado el rey del “plano secuencia”, una técnica de filmación que lleva implícita una perfección minuciosa en la utilización de la cámara, y que, a la vez, incrementa la responsabilidad de la calidad interpretativa de los actores. Ambos aspectos son aquí sobresalientes, junto con una eficaz banda sonora compuesta por Hugo Friedhofer y una fotografía bella y calculada.

Los textos son de una inteligencia y una sensibilidad exquisita. Todo es sutileza, y hay una huída evidente tanto de cualquier tipo de triunfalismo patriótico, como de una derrotismo paralizante. La película se sitúa en el punto medio de la reflexión rigurosa sobre los comportamientos humanos a la luz de las conmociones sociales que los provocan. No hay nada gratuito ni demagógico. No sobra ni falta nada.

Sencillamente extraordinaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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