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España España · Zaragoza
Voto de Paco Ortega:
9
Drama Johnny Friendly (Lee J Cobb), el jefe del sindicato portuario, utiliza métodos mafiosos para controlar y explotar a los estibadores de los muelles neoyorquinos. Terry Malloy (Marlon Brando), un boxeador fracasado que trabaja para él, se ha visto involuntariamente implicado en uno de sus crímenes. Cuando Malloy conoce a Edie Doyle (Eva Marie Saint), la hermana de la víctima, se produce en él una profunda transformación moral que lo lleva ... [+]
13 de marzo de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para Eva María Saint participar en esta película de Elia Kazan fue llegar y besar el santo. En su debut consigue el Oscar a la mejor actriz secundaria. A su compañero de reparto, Marlon Brando, le dieron el gordo, el de mejor actor. Ambos tenían treinta años y muchas películas por hacer, especialmente el segundo. Oscarizado estaba Elia Kazan, desde que en 1947 fue distinguido por la Academia como mejor director por “La barrera invisible”. Cóctel de talentos para una película que debería estar en la estantería de todas las casas en donde el cine es algo más que una diversión sin más pretensiones.

Kazan provenía del cine, claro, pero no olvidaba en su trabajo cinematográfico lo que en el Group Theatre de Nueva York había aprendido unos años antes. Les exigía a los actores una implicación total con su trabajo y con la creación de sus personajes en donde debían aplicar sus recuerdos, emociones y sentimientos. Esa implicación se inspiraba en el famoso “método”, que muchos de ellos, como por ejemplo Brando, habían aprendido en el Actor´s Studio, de la mano de lee Strasberg, de quien recibía clases dos días a la semana.

Hay una escena en la que los dos hermanos hablan en un taxi. Brando le reprocha a su hermano mayor que debería haberle ayudado más en su carrera como boxeador, interrumpida después de un descomunal tongo que él había propiciado. Jamás un reproche se hizo en el cine con tanta dulzura, con tanta profundidad, con tantos matices. Ese es el resultado de la implicación: Brando no se quedó con lo primero que le salió en aquella toma. Investigó en su interior y descubrió que los reproches más dolorosos son los que se hacen desde el perdón.

Y eso es la película: un tejido de finos matices en el contexto de una dura historia de mafiosos sin escrúpulos, en un ambiente laboral duro e injusto, en donde los hombres tienen callos en las manos, pero también en el alma. El miedo a perder el trabajo es un arma que los mafiosos emplean para mantener su status y eso había que romperlo de alguna manera.

Aunque el contexto es de una violencia terrible, no hay reacción actoral que se salga de los cauces del realismo. No hay peleas espectaculares, de esas que tanto gustan en el cine de consumo actual, en donde los golpes suenas amplificados para que todo parezca de otra dimensión. Aquí no hay nada que se salga de ese discreto plano de la realidad, que no tenga una justificación sicológica. No hay truculencias, no hay excesos. Hay contención semántica. Y esa contención constituye la mayor fuerza de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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