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España España · Palma de Mallorca
Voto de Robert Denigro:
8
Drama. Comedia El oscarizado guionista y director Paolo Sorrentino presenta la historia de un chico, Fabietto Schisa (Filippo Scotti), en el turbulento Nápoles de los años ochenta. En "Fue la mano de Dios", hay lugar para alegres sorpresas, como la llegada del legendario futbolista Diego Maradona, y para una tragedia igual de imprevista. El destino interpreta su papel, la alegría y la desdicha se entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar. ... [+]
12 de diciembre de 2021
35 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera escena Dios sobrevuela Nápoles y San Genaro viaja en Rolls Royce. Realismo mágico lleno de extrañeza, sarcasmo y pellizcos de trasgresión. Sin duda una de las películas más evocadoras del año. El cine italiano acierta cuando vuelve una y otra vez sobre el neorrealismo. Un retorno a lo mismo que siempre alumbra películas inolvidables. Un género en continua evolución, más nuevo y más real que nunca. El neorrealismo es para los italianos una filosofía de vida sin fecha de caducidad. "Fue la mano de Dios" no es un simple entretenimiento, es un fragmento de vida. De hecho es la biografía del director convertida en manual existencial sin caer en la cursilada de la autoayuda. Un viaje iniciático de juventud, entre la felicidad y la tristeza, en el Nápoles de los años 80, con el famoso fichaje de Maradona como telón de fondo.

Sorrentino se libera de la pedantería de "La gran belleza" y gana fluidez narrativa. En esta ocasión domina el naturalismo muy en línea con el cine italiano de postguerra, en especial "La Familia" de Ettore Scola. Fellini como inevitable horizonte formal pero también Tornatore, Bertolucci o De Sica. Hay en la película el esperpento de "La dolce vita" y la sensualidad de la "dona" italiana pero es imposible reducir a Sorrentino a un vulgar imitador. El director demuestra un estilo indiscutible y nos regala epifanías cuyo lirismo interrumpen la prosaica realidad y roban el corazón del espectador. Sin darnos cuenta la rutina de lo banal se convierte en poesía. Una película que desde lo terrenal busca la fuga constante hacia la trascendencia. Al verla nos embriaga la misma emoción que sentimos hace más de 30 años con "Cinema Paradiso". No se la pierdan, cine en estado puro (disculpen el tópico).
Robert Denigro
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