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Voto de Arturo Belano:
8
Drama Después de uno de sus habituales hurtos, Osamu y su hijo encuentran a una niña en la calle, aterida de frío. Al principio, la mujer de Osamu no quiere que se quede con ellos, pero acaba apiadándose de ella. A pesar de sobrevivir con dificultades gracias a pequeños robos, la familia es feliz, hasta que un incidente imprevisto revela un secreto que pone a prueba los lazos que les unen. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué hace a una familia una familia? ¿Qué les mantiene juntos? De alguna manera Hirokazu Koreeda ha estado preguntándose esto desde la mitad de su carrera en adelante, cuando en Dare mo shiranai (2004) su estilo contemplativo característico se volvió hacia los marginados y hacia su visión de la estructura familiar japonesa. En muchos sentidos Manbiki kazoku es la culminación o la sublimación del estilo que viene trabajando desde entonces. Es familiar en su temática y su pregunta central. Koreeda es de los pocos que le puede dar el peso emocional a esta clase de películas sin caer en manipulaciones melodramáticas o dicotomías de lo bueno y lo malo.

Ese es su don porque en el papel Manbiki kazoku parece una tragedia sentimentalista: Koreeda narra el drama del diario vivir de una familia entregada al robo de tienda para sobrevivir en medio de la pobreza con una sobriedad encomiable. Ver a la familia protagonista es agradable porque existen y están vivos. Son personajes complejos cuyas vidas se extienden más allá de la película misma. La película parece habérselos encontrado por casualidad en un barrio marginal de Japón. Es una familia cuya dinámica se siente natural, palpable. La forma en que Koreeda les permite existir le da una humanidad a su obra que el típico drama social apenas podría soñar.

Y es cuando de a poco uno se da cuenta que esta familia no es la familia típica atada por lazos biológicos que Koreeda da su golpe de gracia. Cada una de las personas que habitan el cuadro de Koreeda gravita alrededor de esta familia tan única, y sin embargo tan reconocible, por una necesidad, por compañía. ¿Y al final no es eso una familia? La familia de Manbiki kazoku está condenada a no durar, a disolverse mucho antes de lo que cualquier otra. Quizá porque son una familia viviendo en los extremos mismos y por lo tanto la disolución se ve apurada. Los niños son condenados a crecer tempranamente. Sus miradas al final, miradas inolvidables, son de jóvenes envejecidos.
Arturo Belano
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