Interesante propuesta de sci-fi minimalista preocupada por recuperar viejas claves e influencias (comentadas ya por otros usuarios), agitarlas bien y ofrecer un poco lo de siempre amparándose en una correcta idea argumental como punto de partida.

El componente más prosaico de la propuesta, que sería la vertiente “intriga” del film, creo que apenas se ensaya, no sé si por convicción e integridad creativa del vástago de Ziggy Stardust, o por la ineficacia en la realización de la que, desgraciadamente, también hace gala.

Pero, claro, está la porción de metafísica cósmica que a todos nos asalta cuando en noches claras miramos al cielo y decimos ¡aish! Por ahí la cinta gana enteros en ciertas partes, y se le enciende mínimamente la lucecita del ser y el tiempo, sobre todo en su final. Saliendo en consecuencia nosotros (yo, quizás alguno más) del cine con la sensación de haber visto una propuesta bonita y pequeña con la que cerrar una tarde y volver donde nos estén esperando con la seguridad de que somos uno. Y uno somos. Ese final desesperado, de emotiva claustrofobia, bien pueda resarcir a un espectador que previamente ha visto arrastrarse este metraje desecado que desperdicia alguno de los recursos a mano, circunstancia que se observa en defectos de desarrollo en cuanto a la relación entre los “dos” protagonistas, elemento suspense, descripción desapasionada del entorno solitario del personaje principal… Y cierta sensación de plato servido frío en general.