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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
8
Comedia Falso documental sobre Leonard Zelig, el hombre camaleón que asombró a la sociedad norteamericana de la 'era del jazz'. Su historia arranca el día que miente al afirmar que ha leído Moby Dick, sólo para no sentirse excluido. Desde entonces, su necesidad de ser aceptado lo lleva a transformarse físicamente en las personas que lo rodean, convirtiéndose así en un fenómeno mediático, en una celebridad sin esencia. Testigo de algunos de los ... [+]
6 de octubre de 2008
40 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alzamos ficciones, ídolos, para derrumbarlos cuando no cumplen ya nuestras expectativas. Así pasa desde siempre, y así les sucede concretamente a los actores y directores que han pasado su vida metiéndose en nuestras casas por medio de fotogramas, colocándose en el aparador, haciéndonos partícipes del camaleónico escaparate/escenario de sus vidas.

Técnicamente, la cinta ofrece soluciones a destacar: el material de archivo empleado, los objetivos y equipos de sonido antiguos, la apariencia envejecida del negativo, la sensación de verosimilitud de los testimonios, etc. Se argumenta con frecuencia también la adaptación de las claves del lenguaje cinematográfico a la condición de falso documental de este film (evitando, por ejemplo, el plano-contraplano); yo en ese sentido discrepo porque creo que el estilo de Allen es directo, liviano y más acto reflejo que acto cinematográfico estudiado, por lo que el paso de su imagen cinematográfica al reportaje no creo que suponga un esfuerzo demasiado traumático ni un hallazgo estético en sí mismo.

La película tiene sobrados elementos para el disfrute: la comedia, el romance redentor, la técnica del falso documental, la sátira (obvia, clara; pero también precisa y profunda, que nos abarca a todos porque delata una estupidez sin fronteras). Y luego la posibilidad de compartir sarao con Scott Fitzgerald, jugar con los Yankees, hacerse pasar por primo de Duke Ellington… Allen ha basado su cine en hablar de sí mismo, no es extraño que quisiera mezclar uno de sus personajes con iconos del siglo XX, ser todas esas cosas que quiso ser. Al fin y al cabo, todos caemos en mímesis o sincretismos para encajar, conciliarnos, agradarnos… Woody Allen venía de ser "Woody Allen" en Annie Hall, Manhattan, Stardust memories, etc. Por eso el personaje de L. Zelig es una forma de acusación a los nacionalismos, los fanatismos y los uniformes (elementos, todos, profundamente alienantes), pero también una forma de terapia y, creo, de confesión. No es difícil pensar en W. Allen en aquellos años y en el personaje de la pantalla trasladado a la vida real, en las miradas de los fans exigiendo que se interpretara a sí mismo en el supermercado, en las cenas de beneficencia... Imagino a Allen mirándose al espejo de su casa, apoyado en el lavabo, buscándose para la próxima cinta detrás de la montura de unas gafas que parecen eternamente de attrezzo, diluyéndose en el recuerdo de los créditos de sus películas y dudando de si ha dejado parte de él mismo en el asiento de atrás de cualquier taxi camino del aeropuerto. Porque Allen ha configurado un personaje que, siendo el mismo, es muchos a la vez. Un cruce de ficción y realidad.

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"Era una historia auténtica. Los periódicos se vendían solos sin necesidad de mentir".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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