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Voto de el pastor de la polvorosa:
9
Thriller. Cine negro Tres ladrones pretenden atracar un banco en una ciudad minera de Arizona. Cuando llega la noche realizan el asalto y huyen con un rehén hasta una población donde vive una comunidad Amish. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2014
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sábado trágico es una mezcla de melodrama y filme negro (aunque en color y cinemascope, como Chicago, años treinta, que rodaría Nicholas Ray en 1958). Su director, Richard Fleischer, no ha gozado hasta fechas recientes de un gran reconocimiento crítico (por su dispersión genérica, y la discutible calidad de la materia prima de la mayor parte de sus películas), pero su talento como creador de imágenes se revela aquí comparable al de sus mejores coetáneos: Anthony Mann, Sam Fuller, Otto Preminger, Vincente Minnelli, Jacques Tourneur, o el propio Nicholas Ray.

La primera mitad de Sábado trágico describe con ejemplar capacidad de observación y síntesis los conflictos y los secretos de varios personajes de una oscura ciudad minera del oeste, como si fueran las piezas de una partida de ajedrez; en ella, el rey, aunque con pies de barro, es el hijo del propietario de la mina, interpretado por Richard Egan, cuya inseguridad y alcoholismo (que evoca la del personaje de Robert Stack en Escrito sobre el viento de Douglas Sirk, película un año posterior) procede en este caso de la infidelidad de su mujer.

Victor Mature es, evidentemente, la torre: en su estilo hercúleo de tenor de la vieja escuela, deja aquí la mejor interpretación que le recuerdo, como el gerente de la mina que vive con el remordimiento de haber rehuido la guerra con la excusa de su trabajo: un remordimiento que se encarna en la crisis de su hijo de 12 años (al que interpreta, por cierto, Billy Chapin: el niño de La noche del cazador de Charles Laughton, también de 1955). Una figura en cierto modo paralela es la del amish interpretado por Ernst Borgnine: el único personaje sin conflicto al que, sin embargo, y de improviso, las circunstancias obligarán a cuestionar su posición de pasividad.

Fiel reflejo de su época, esta es una película esencialmente masculina, que explora esa inseguridad viril que cristaliza en la necesidad de actuar, de comportarse heroicamente. Otros peones completan la trama: una bibliotecaria en apuros económicos interpretada por una envejecida Sylvia Sydney (la que fuera protagonista de Furia y Sólo se vive una vez de Fritz Lang), o el ridículo y mezquino director del banco local (Tommy Noonan).

El reverso de la trama lo integra un grupo de tres gangsters, perfectamente caracterizados, que llegan a la ciudad para atracar ese banco: entre ellos figura el interpretado por un joven Lee Marvin, convincente a más no poder, que también tiene en su pasado una mujer infiel. Los manejos de estos se entretejen con los enredos de los locales, hasta desembocar en un final de ritmo perfectamente medido.

En el epílogo, el personaje de Richard Egan habla sobre los hilos que el destino deja sueltos; pero el guión no deja nada suelto: todos los círculos se cierran... con un balance tributario de una moral decididamente rancia.

La sequedad de la narración evita el regodeo sensacionalista, y la potencia visual conseguida por Richard Fleischer eleva con creces el listón de la película: más allá de sus aspectos apolillados, la impresión que deja Sábado trágico es un estallido de movimiento y color, como la voladura que abre los títulos de crédito.
el pastor de la polvorosa
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