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España España · Oviedo
Voto de Esteban:
3
Aventuras. Drama En el siglo XIV, los escoceses viven oprimidos por los gravosos tributos y las injustas leyes impuestas por los ingleses. William Wallace es un joven escocés que regresa a su tierra despues de muchos años de ausencia. Siendo un niño, toda su familia fue asesinada por los ingleses, razón por la cual se fue a vivir lejos con un tío suyo.
19 de enero de 2006
54 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de dar rienda suelta a toda su pasión por la casquería barata en ese despreciable panfleto religioso que es “La Pasión de Cristo”, Mel Gibson ya apuntaba maneras en este film, probablemente el más sobrevalorado de la historia del cine, ridícula historia de machos que se lían a mamporros para defender el honor de sus hembras ultrajadas con los bellos paisajes escoceses de fondo. Gibson coge un pedacito de historia y, remodelándola a su antojo, crea uno de los mamotretos más aburridos, efectistas, tramposos y pseudofascistas del cine moderno, pretendiendo encima que no nos demos cuenta y le aplaudamos por ello. Lo más gracioso de todo es que precisamente un fanático ultraconservador como Gibson es el que pretende venir a darnos lecciones a los demás sobre el significado de la palabra libertad. Tiene guasa la cosa.
El guionista se inventa un personaje hecho a medida para el director/protagonista y le adjudica el nombre de un independentista escocés que combatió contra los ingleses allá por el siglo XIII, para dar un poco de seriedad a la tontería (consiguiendo justo el efecto contrario: es tal la cantidad de anacronismos e incongruencias históricas que tiene esta película que es imposible no burlarse de ella). Luego se introducen un par de batallas muy sangrientas y penosamente rodadas, una historia romántica de postal, unas cuantas escenas que dejen bien a las claras quiénes son los malos y quiénes los buenos (sin término medio), y hala, a ganar dinero y premios.
La película es completamente arrítmica. Avanza a trompicones por todo su excesivo metraje, rellenando minutos con escenas completamente absurdas, ridículas en ocasiones, que no nos llevan a ningún sitio, y luego retrata otro tipo de momentos más interesantes a base de brochazos que, más que pintar, emborronan.
Los personajes son meras caricaturas perfiladas con una simpleza de cuento infantil. Resultan verdaderamente grotescas algunas caracterizaciones, como la del rey de Inglaterra, monstruo sanguinario que parece haberse escapado de un cuento de terror.
Gibson es un director mediocre, un esteta irredento que no sabe conjugar el fondo con la forma. Su cine es completamente almibarado y efectista, truculento y desproporcionado. Abusa de la cámara lenta independientemente de su utilidad narrativa solo porque la imagen ralentizada queda bonita en según que contextos. No llega a los niveles de su siguiente film, pero la cosa ya empezaba a hacerse pesada.
Sin embargo, hay quien considera esta película un hito en la historia del cine épico. A mí sinceramente me parece un engañabobos.
Esteban
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