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España España · Zaragoza
Voto de myshkin:
3
Drama Un célebre actor español, Julio Arenas, desaparece durante el rodaje de una película. Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que ha sufrido un accidente al borde del mar. Muchos años después, esta suerte de misterio vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue ... [+]
29 de febrero de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que todos deseábamos que Erice volviera a rodar, porque hacía nada menos que cuarenta años desde su último largometraje de ficción, así como culminación de su obra, la excelente EL SUR (1983)… Pero, ¡ay!, creo que, además, algunos ya habían decidido de antemano que su nueva película había de ser una obra maestra, sin aceptar un no por respuesta.

Pues, sinceramente, ver maravillas en este fichero, que no celuloide (lo que en este caso tiene su punto de contradicción), con un estilo tan corriente requiere de mucho autoconvencimiento. De hecho, los cien primeros minutos, repito, CIEN, los podría haber rodado cualquiera, pues son académicos a más no poder, indignos de su responsable: planos de situación; plano compartido por dos personajes; planos y contraplanos a tutiplén. Ítem más, la película es morosa hasta más no poder, los actores parece que mastican cada palabra para facilitarse la digestión, y el ritmo ya no es que sea lento, nada habría que objetar al respecto, sino cansino habida cuenta de la vulgaridad de su planificación y puesta en escena. Por si fuera poco, este es un film dependiente hasta la invalidez de su guión, todo se transmite mediante palabras y palabrerío hasta el punto de que el título del film, CERRAR LOS OJOS, parece una recomendación o una apuesta del director al espectador: en efecto, se podrían cerrar los ojos durante cinco o diez minutos, y la película se entendería igual. Decididamente, Erice, por mucho que se empeñen sus fans, no es ni Dreyer, ni Tarkovsky, ni Angelopoulos, ni Sokurov. Por si fuera poco, el director vasco ha trufado su película de fáciles guiños cinéfilos y culturales, como si su principal objetivo fuera ganarse a los aficionados a los que tanto les gusta mirarse el ombligo del cine; incluso a veces casi se roza con el Wenders más plañidero. Y todo ello para encaminarnos a su “mensaje” final, algo así como que el cine, “el verdadero”, es indispensable para el autoconocimiento. Luego, ya hay cuestiones más veniales, como el casting (atención, no digo reparto), con una envejecida Ana Torrent que parece más la esposa que la hija de José Coronado, o con este mismo, que está más joven en el presente del film que en el pasado… ¡de veinte años antes! Bendita inocencia, que resulta ser más efectiva que el bótox.

Por mor de ser justos, la película levanta algo el vuelo después de sus nefastos cien primeros minutos, CIEN, repito, 100, con la reaparición en pantalla de Coronado, verdaderamente magnífico en su papel. Pero el final, aunque sin duda se encuentra entre lo más valioso e intenso de la película, parece más bien un final de citas: EL ESPÍRITU DE LA COLMENA (1973) en primer lugar; evidentemente, SHIRIN (2008), donde el amigo de Erice Kiarostami, ya puestos, fue más radical; e incluso con esas miradas que los actores del film dentro del film acaban devolviendo al espectador diegético y al extradiegético, LAS MENINAS de Velázquez.

Pero no: CERRAR LOS OJOS se pierde en su afán teorizador y ni de lejos puede soñar con cotejarse con el “ars pictoria” del genio andaluz.
myshkin
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