Desde tierras australianas, e instalada en esa deseada nueva ola de horror moderno, nos llega el debut en la dirección de la actriz Jennifer Kent, en la forma de un oscuro cuento infantil, que ya ha obtenido excelentes críticas y un inesperado apoyo, llamado a despertar el interés de todo buen amante del género.

El mismísimo William Friedkin, responsable de "El Exorcista" (1973), un título erigido como candidato perfecto para ser considerado el mejor film de terror de todos los tiempos, ha bendecido el esfuerzo de Kent, que bien merece que se compare su criatura con cinta tan mítica, pues recoge momentos que buscan aproximarse a aquella, sobre todo en su construcción y desarrollo narrativo.

Dicho lo cual, conviene avisar que estamos ante un trabajo que parte desde una modesta economía de medios, realidad expresada en una puesta de escena minimalista, que ante todo, profundiza en el drama psicológico de unos personajes arrastrados al límite de la cordura, en un ejercicio de estilo que se acerca más al cine de autor que al propia esencia del miedo convencional.

Un planteamiento que seguro decepcionara a muchos, sobre todo a los que esperen una apariencia más cercana a las películas de James Wan, - "Insidious" (2010) - gurú del nuevo terror, para todos ellos, debe quedar claro que a Kent solo le interesa la forma estética, y simplemente se vale de ello para intensificar el mensaje de su argumento, algo que además le pertenece, pues también ejerce labores como guionista en solitario.

En el apartado interpretativo, resulta imprescindible contar con el concurso con dos actores entregados plenamente a la causa, Essie Davis y el pequeño Noah Wiseman, madre e hijo en la ficción, dotan de credibilidad el particular descenso a los infiernos de sus personajes, en un sufrido duelo que alcanza momentos de sorprendente y angustioso pánico emocional.

Definitivamente, este Babadook es un film diferente y original, más bien destinado a satisfacer paladares muy exclusivos, que busquen alejarse de los discursos habituales en un género, que tampoco puede presumir demasiado de contar entre sus filas con películas que resulten categóricamente memorables.