Acometí el visionado de la película con muchas expectativas y quizá por eso mi decepción ha sido proporcional. Sigo el cine danés ya que suelo encontrarme películas limpias y austeras, creíbles, sin los recursos manidos de la industria americana. Y atmósfera es la única virtud que encontré en esta. La descripción de los personajes es plana y me cuesta empatizar con el supuesto torrente romántico que atraviesan. El actor principal no me resulta convincente, pese a que en otras películas su trabajo sí me ha gustado. En esta ocasión no me parece dar el perfil excepto cuando la secuencia requiere cara de estupefacción. Todo el metraje destila un tufillo solemne e impostado que me recuerda los peores vicios del cine francés cuando se pone cargante, lo que a mi juicio ocurre a menudo. La trama va volviéndose confusa, cosa que sería disculpable si a cambio la película ofreciera más de lo que ofrece: un acabado semiexperimental que se queda a medias y un discurso sobre lo que pudo haber sido y no fue que llegado el segundo tramo de la película provoca un sopor considerable. No es un tostón pero se hace muy arduo llegar al final de ella. Un chasco.