“Cowboy de Medianoche” es un film de obligado visionado por diversos motivos, estos son los míos:

- Posee una de las bandas sonoras definitivas del séptimo arte, quien no haya tarareado alguna vez la melodía de “Everybody's Talkin'” cantada por Harry Nilsson debe haber vivido las últimas décadas debajo de una piedra.

- Sus dos actores protagonistas están excepcionales, un guapo y apuesto Jon Voight dando vida al joven vaquero Joe Buck y Dustin Hoffman arrollador (pelín sobreactuado dirán algunos) como su a la postre compinche de correrías Rico "Ratso" Rizzo. Más que un duelo interpretativo asistimos a una de esas maravillosas ocasiones en las que la suma de cada uno aporta al conjunto.

- El film desgrana la particular y sincera relación de amistad entre hombres lo que la convierte en exponente definitivo (y casi definitorio) de las “Buddy Movies”. Por momentos se sugiere, casi de puntillas, la homosexualidad de uno de los personajes, ambos poliédricos y muy humanos.

- Por momentos fría, agria y desesperanzadora con una crítica social muy marcada, la prostitución del sueño americano. Refleja la vida de dos perdedores con una crudeza desgarradora pero no está exenta de momentos de gran calado visual (como los flashbacks oníricos o la llegada a Miami).

- Muy válida como reflexión de la huida hacia delante como vía de escape de una vida sin salida, siempre hacia delante sin lograr alcanzar nunca la meta por muy cerca que se atisbara. Tanto Joe como Ratso rozan su meta con la yema de los dedos sin lograr tocarla.

- Uno de los programas decanos de la radio española (de recomendable escucha) toma su nombre y melodía como propios, me refiero como no a “Cowboys de Medianoche” con Luis Herrero y José Luis Garci.

- Por si aún hubiera algún dudoso pasamos al apartado premios: Oscar a la mejor película, al mejor director y guión adaptado. Voight y Duffman estuvieron nominados ambos como actor principal aunque la estatuilla finalmente volara para John Wayne por su interpretación en “Valor de Ley”.