Alfred Hitchcock debutaba por todo lo alto en Hollywood con esta obra maestra, en la que con producción de David O. Selznick adaptaba una novela gótica de Daphne Du Maurier.

Una inquietante atmósfera y un clima enrarecido alrededor del recuerdo, los celos y la obsesión por un pasado representado por la ausente figura femenina que da título al film con la perspectiva desconcertada de una frágil mujer, son las claves principales sobre las que gira esta intriga psicológica de envoltura gótico-romántica con una labor fascinante en la creación de un ambiente turbio y desasosegante.

La película atrapa irremisiblemente al espectador desde el inicio gracias al excelente sentido narrativo de su autor, un auténtico genio a la hora de mantener la tensión con su refinado e incisivo manejo del suspense.

La sobresaliente dirección de actores, las inmejorables interpretaciones de los mismos, el espléndido guión o el brillante trabajo en la composición de planos y en la realización, elevan al film a una categoría superior, absolutamente magistral.

Mención especial en el apartado actoral para una memorable Judith Anderson como malvada ama de llaves, un personaje esencial en el devenir de la trama.