Director y actor británicos se reencuentran después de más de 15 años para trabajar juntos nuevamente en una producción realmente bien realizada. El cineasta vuelve a dar una gran lección de estilo mediante un desarrollo brillante de la narración. Con una serie de capítulos, la historia avanza explicándonos cada detalle que debemos saber, y lo más destacable de todo es lo bien que nos presenta cada perspectiva. Por eso, tanto la dirección como el montaje son para aplaudir. Statham hace un papel que conoce de sobra, el típico tipo duro que con solo mirarte consigue que no quieras ningún problema con él. En todas y cada una de sus películas de acción resulta imponente a la vez que carismático, lo que es curioso, ya que no es un actor de gran estatura (no llega al 1,80 m). Sin embargo, su rostro frío e inexpresivo ayuda a verlo como alguien con carácter y unos buenos cojones. Volviendo al filme, este es sumamente disfrutable en todo momento, pues debido a los personajes y el transcurso de los hechos, no hay espacio alguno para el aburrimiento, lo cual siempre es de vital importancia. Debo resaltar el tono serio del metraje porque que nadie se engañe cuando menciono la palabra disfrute. Por supuesto que hay chascarrillos a lo largo del visionado, pero olvidaos de ver algo parecido a Snatch. Cerdos y diamantes, por poner un ejemplo. Ritchie es un director con un inconfundible ADN tarantiniano, no en vano muchos lo consideran el Tarantino inglés. Las escenas de acción están bien cuidadas y filmadas, las interpretaciones cumplen sin ser muy buenas y las 2 horas de duración se pasan en un suspiro. En resumidas cuentas, Despierta la furia es un trabajo que refleja a la perfección el estilo más propio del hombre que está detrás de las cámaras, así que dudo que decepcione a los fans del cineasta y/o los del actor principal.