Sin duda Pablo Trapero es uno de los directores más potentes, arriesgados y controvertidos de su generación.
En "Elefante blanco" dobla la apuesta, abordando a la vez varios temas difíciles de retratar: la vida en las "villas de emergencia", la drogadicción y delincuencia en los jóvenes marginales, y las contradicciones de quienes perteneciendo a una orden religiosa se sumergen sin tubo de oxígeno en esas profundidades.
Es una pintura sin concesiones argumentales o melodramáticas, que sin embargo logra impactar emocionalmente y comprometernos con sus personajes.
La actuación de la dupla Darín-Gusmán es impecable.
Altamente recomendable, salvo para quien busque un entretenimiento ameno que lo aleje de la realidad circundante.