He pensado recientemente en los chistes, y su valor como método de transmisión cultural. Al menos acá en Chile los chistes tienen varias formas, no tantas, que se pueden agrupar en dos grandes categorías. Unos son los chistes de estereotipo: el hombre borracho, la mujer celosa, el gay reprimido, la mujer puta, el hombre violento. Estos son personajes fijos, inflexibles, y el chiste es precisamente ése: que aparecen en una variedad de escenarios diferentes y siempre terminan comportándose igual, no dejan nunca de ser ellos mismos.

Éste es justamente el caso de Deadpool, una película sobre Ryan Reynolds y su compañía, así de simple es la historia. El sujeto es violento, es burlón, es obsceno, un poco depravado, un poco masoquista, y nunca, jamás, para de hablar. Es presentado en una variedad de situaciones, y en todas se comporta más o menos de la misma forma, salvo en una (spoiler 1). La afrenta valórica más importante que lo persigue no es la de su chica (personaje simple, que ni siquiera recuerdo su nombre, pero mujer espectacular), ni siquiera la de su archienemigo Francis, mucho menos la de sus amigotes; sino el Coloso, el único personaje de la historia con un sentido de la moral, y qué gran sentido que tiene, retratado a la perfección como un hombre de metal... pero Deadpool no cede, y no cede, y no cede, hasta que... (spoiler 2).

Por eso la película, con un argumento tremendamente simple, logra partirte de la risa de todas maneras, aunque uno sepa todo lo que va a pasar. Pero para eso, dos cosas son necesarias. Primero, hay que saber a lo que uno va: a una película simple, sobre un matón que conoce a una chica, adquiere un superpoder, busca venganza, y se ríe todo el mundo. Y dos, hay que tener cierto bagaje intelectual sobre música, cine, y otras historias de Marvel, sino, la gracia de la mayoría de los chistes queda reducida a la mitad, en especial en todos los diálogos del primer acto en la carretera, que considero mucho más emocionante que todo el resto.

Ah, sobre la segunda categoría de chistes: son aquellos chistes de lógica, donde los personajes comienzan comportándose de una manera, y el devenir de los hechos hace que dicho comportamiento quede puesto en ridículo, en parte porque el personaje ha pasado por alto alguna parte de la información. Esos chistes son útiles para derribar estereotipos, para cuestionarse uno mismo; en esos chistes, el protagonista eres tú. Peeero, en esta película, el protagonista es Deadpool, y eso es todo lo que necesitamos entender.