El castor parte de una idea original. Eso está claro. Una idea que podría convertirse en un film agradable de estilo indie. Una idea que podría triunfar con un buen guión, al menos entre un tipo de público capaz de ver más allá de la absurda historia.
Pero no es el caso. La originalidad de la idea inicial se vé invadida por toda una serie de tópicos y lugares comunes que convierten a "El castor" en una película aburrida y sin fundamento. Demasiado absurda para las masas. Demasiado tópica para los cinéfilos.
Ni el equipo técnico ni el artístico se lucen lo más mínimo. Lo mejor será centrarse en la Jodie Foster de "El silencio de los corderos" y olvidar este film mediocre. Se pueden buscar significados profundos en la historia, pero en realidad sólo se trata de un idiota (para colmo, Mel Gibson) con una marioneta de castor. Nada más.