Película densa, con luces y sobras, que posee elementos de verdadero interés... y aspectos que empequeñecen la obra. Tiene un metraje excesivo (2 horas y media) y, aunque no se hace larga, es evidente que podría haber sido más corta si no se hubiera (sobre)explotado la potencia visual de muchas de sus escenas.

Por otro lado, Luc Besson vuelve a apostar por un ritmo frenético en la narración (inadecuado para este tipo de historias), lo que hace pensar que el director prefiere una película visualmente impactante a una historia bien narrada; su interés por deslumbrar al espectador se ve claramente en los esfuerzos del director en recrear, con toda profusión de detalles, la crudeza de las batallas.

Los otros dos lunares del film son algunos pasajes del guión, que optan por expresiones y situaciones poco creibles (incluso anacrónicas), y en la elección de la protagonista: Milla Jovovich se esfuerza por ser convincente, desea transmitir emociones y mostrar las dudas que alberga Juana en su interior... pero se pasa la mayor parte del tiempo gritando y lanzando furibundas miradas de psicótica, cosa que la retrata como una floja intérprete (por algo estuvo nominada, como Peor Arctriz, en los Razzies de 1999).

Ocurre, sin embargo, que existen varios papeles secundarios muy conseguidos: cumple con lo esperado Malkovich y sorprende, en su minúsculo papel, una convincente Faye Dunaway como Yolanda de Aragón, madrastra del rey... Por encima del resto, en cualquier caso, emerge la figura de un magnífico Dustin Hoffman, que encarna a una cínica 'conciencia' que acorrala a Juana con un frío análisis de las vicencias de la doncella y le muestra cuán equivocada ha estado durante toda su vida, respecto a la naturaleza de sus 'revelaciones'...

También merece ser destacada la Banda Sonora, a cargo del francés Eric Serra, que combina acordes clásicos con pequeñas licencias de música electrónica para crear una atomósfera que, en algunos momentos, llega a ser épica.