Técnicamente es intachable: decorados, vestuarios, ambientación, maquillaje, efectos... incluso la fotografía y la banda sonora tienen su huequillo. Sin duda sería una buena película si el hombrito que edita hubiera pegado un par de tajadas al metraje bien dadas; porque dos horas y media se hacen muy largas. El principio es prometedor, y las batallas están conseguidas, pero el vacío argumental da como resultado que las escenas se repitan durante dos horas y que estén mil veces vistas. Eso da un aire más falso al film. Sin alma, sin razocinio. El director juega a ser grande, se queda en un pequeño juego.

Tampoco son del todo rescatables las actuaciones. Pocas veces me ha decepcionado Keira Nnightley, pero esta sí, un papel interesante como es el suyo, cae al olvido. Mejor no están ni Clive Owen ni Stephen Dillane, que parecen que están en concurso de muecas grotescas. Gana Owen, fijo. Una película que queda a medias de ser un buen espectáculo, pero que cae en el tedio y la poca originalidad. Pasable.
5.2