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Voto de Kinetoscope:
9
8,1
20.165
9 de septiembre de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistrales interpretaciones, de las que dejan huella y calan hondo, para una gran película de Blake Edwards en la que se aborda, con gran crudeza y realismo, el problema del alcohol. CINE con mayúsculas con enseñanza de aplicación práctica en la vida. Si a esto le añadimos un espléndido guión obra del novelista J. P. Miller, una narración perfecta sin el más mínimo altibajo de interés (el tempo exacto) y una banda sonora sublime compuesta por el genial Henry Mancini (merecidísimo Oscar a la mejor canción original. Recuérdese aquella exquisita melodía del "Days of Wine and Roses"), obtenemos sencillamente lo que dicho film constituye: Un portento del Séptimo Arte.
Tanto Jack Lemmon como Lee Remick están ambos “que se salen” de principio a fin. Se comen literalmente la pantalla a bocados. Lee Remick borda a la perfección el papel de mujer alcohólica sumida en el más profundo y triste de los pozos, pero no sólo eso, esta rubia de tez blanca y límpida dota además al personaje de una sensualidad como pocas veces se había visto antes en el cine, sobre todo (lógicamente), en la primera parte de la película cuando todavía el alcohol no se ha convertido en el gran problema que acabará siendo. En definitiva, actuaciones memorables que emocionan profundamente, con el telón de fondo del peligro que encierran siempre las adicciones y su enorme poder autodestructivo. Sobran todas las palabras; hay que verla.
Tanto Jack Lemmon como Lee Remick están ambos “que se salen” de principio a fin. Se comen literalmente la pantalla a bocados. Lee Remick borda a la perfección el papel de mujer alcohólica sumida en el más profundo y triste de los pozos, pero no sólo eso, esta rubia de tez blanca y límpida dota además al personaje de una sensualidad como pocas veces se había visto antes en el cine, sobre todo (lógicamente), en la primera parte de la película cuando todavía el alcohol no se ha convertido en el gran problema que acabará siendo. En definitiva, actuaciones memorables que emocionan profundamente, con el telón de fondo del peligro que encierran siempre las adicciones y su enorme poder autodestructivo. Sobran todas las palabras; hay que verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Mención especial merece el último plano de la película, aquel en el que se ve a un pensativo y melancólico Jack Lemmon mirando a través de la ventana de su nuevo hogar, a su mujer que acaba de partir tras haberle confesado que perdió la batalla contra el alcohol, y que se siente incapaz de volver a casa con su hija y su marido. Sobre el cristal aparece en ese momento el reflejo intermitente de las luces de neón del bar de enfrente, dotando a la escena de un mayor dramatismo si cabe. Es un plano de los que no se olvidan fácilmente.