Quien quiera ver una sátira ácida y políticamente incorrecta a la figura de los dictadores contemporáneos debe verla pero sin esperar una gran historia ni un guión consistente. Aunque divierte por sus momentos chuscos o frases de humor negro, el argumento es débil, forzado y poco coherente, además de que por momentos resbala en la dirección, las actuaciones están algo deficientes y ni siquiera el personaje principal está suficientemente delineado. La historia además cae en cierto moralismo al criticar a la democracia estadounidense, que si bien llama un poco a la reflexión resulta algo forzado y poco auténtico, además de algo pretencioso, muy lejos de la coherencia y solidez de Borat, la cual es aún más arriesgada y despojada de cualquier tipo de moralismo, y su crítica social es mucho más origina, en el Dictador hay demasiada obviedad y poca imaginación en ese aspecto. Llama la atención el buen despliegue de recursos, efectos visuales y producción, la cual al menos no deja nada qué desear. En resumen, divierte pero en lo personal esperaba algo más, no llega a ser la comedia que va por todo y llega hasta el límite de la moralidad que se esperaba, viniendo de Sacha Baron Cohen.