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Voto de Nuño:
6
4 de diciembre de 2014
47 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Magia a la luz de la luna' parece confirmar que la frenética actividad cinematográfica mantenida siempre por Allen, con su sempiterna película anual, es su modo particular de probarse que existe. Más aún, y en los últimos años: es su forma de espantar a la muerte.
...
Es una película dialogada en exceso; algo encorsetada y forzada; menos cómica de lo que uno, a priori, aventuraría. Allen rumia sus inquietudes de forma invasiva y discursiva, sin demasiada sutileza.
Colin Firth es un mago escéptico y analítico, defiende el empirismo: no puede haber nada que no sepamos, cada truco tiene su explicación. Emma Stone es una médium soñadora y vitalista, cree que hay fuerzas mayores que se nos escapan: hay todo un mundo que desconocemos, hay hechos a cuya explicación no podemos acceder. Ambos basculan entre el antagonismo y la afinidad; ambos con ideales diferentes, pero igualmente humanos.
[La dualidad planteada por Allen, que es existencial en primer término, puede extrapolarse al terreno amoroso: Firth no cree que exista el amor; existe la convivencia, la compañía y, al final, la desilusión. Stone encarna la energía de un nuevo amor, la confianza en que uno pueda, de nuevo, "amanecer", la fuerza ilimitada del verdadero romanticismo].
...
Allen, ante todo, parece subrayar la capacidad que tiene el mago para crear la ilusión de conexión entre dos mundos; lo posible y lo imposible, lo conocido y lo desconocido, lo finito con lo eterno. El mundo es, o bien un lugar frío y racional, o bien "una iglesia con su Dios, una casa con su duende" (Stalker, 1979).
La película mantiene un simpático tira y afloja entre Firth y Stone; uno intentando anular al otro y, a la vez, encaprichándose entre ellos.
Es, hacia el final de la película, cuando Firth parece tomar la voz del propio Allen...
...
Allen cumplió, hace unos días, 79 años. Ha mantenido siempre una visión pesimista sobre el ser humano; que la existencia forma parte de un absurdo cósmico, que la vida es en balde. La vejez, poco a poco, va acercándole, irónicamente, a su propio vaticinio; el agujero negro cada vez es más nítido. Ya no es una creencia, es una amenaza.
Siendo joven, uno siente incluso cierto orgullo al proclamar, con esa pasión propia de los espíritus refulgentes y románticos, que nada tiene sentido. Allen lleva cerca de un siglo existiendo; esa posibilidad ya es ominosa; ya empieza a dar miedo de verdad.
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Es una película dialogada en exceso; algo encorsetada y forzada; menos cómica de lo que uno, a priori, aventuraría. Allen rumia sus inquietudes de forma invasiva y discursiva, sin demasiada sutileza.
Colin Firth es un mago escéptico y analítico, defiende el empirismo: no puede haber nada que no sepamos, cada truco tiene su explicación. Emma Stone es una médium soñadora y vitalista, cree que hay fuerzas mayores que se nos escapan: hay todo un mundo que desconocemos, hay hechos a cuya explicación no podemos acceder. Ambos basculan entre el antagonismo y la afinidad; ambos con ideales diferentes, pero igualmente humanos.
[La dualidad planteada por Allen, que es existencial en primer término, puede extrapolarse al terreno amoroso: Firth no cree que exista el amor; existe la convivencia, la compañía y, al final, la desilusión. Stone encarna la energía de un nuevo amor, la confianza en que uno pueda, de nuevo, "amanecer", la fuerza ilimitada del verdadero romanticismo].
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Allen, ante todo, parece subrayar la capacidad que tiene el mago para crear la ilusión de conexión entre dos mundos; lo posible y lo imposible, lo conocido y lo desconocido, lo finito con lo eterno. El mundo es, o bien un lugar frío y racional, o bien "una iglesia con su Dios, una casa con su duende" (Stalker, 1979).
La película mantiene un simpático tira y afloja entre Firth y Stone; uno intentando anular al otro y, a la vez, encaprichándose entre ellos.
Es, hacia el final de la película, cuando Firth parece tomar la voz del propio Allen...
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Allen cumplió, hace unos días, 79 años. Ha mantenido siempre una visión pesimista sobre el ser humano; que la existencia forma parte de un absurdo cósmico, que la vida es en balde. La vejez, poco a poco, va acercándole, irónicamente, a su propio vaticinio; el agujero negro cada vez es más nítido. Ya no es una creencia, es una amenaza.
Siendo joven, uno siente incluso cierto orgullo al proclamar, con esa pasión propia de los espíritus refulgentes y románticos, que nada tiene sentido. Allen lleva cerca de un siglo existiendo; esa posibilidad ya es ominosa; ya empieza a dar miedo de verdad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Que todo lo vivido y amado pueda ser evocado, y que se pueda habitar en ello; de esa forma milagrosa en que se producen los sueños, de esa manera inexplicable en que lo infinito se revela en un truco de magia que parece no tener mecanismo lógico alguno. Ese parece ser el más profundo anhelo de Allen.
De igual forma que el personaje de Firth, al final del film, da cuerpo a su amor inalcanzable en la vida real, comunicándose con él a través de la magia de los mundos invisibles, Allen parece esperanzarse en que, quizás, sí que pueda haber una luz al final del túnel, que el mundo del hombre esté edificado sobre capas de bondadosa infinitud.
Gracias.
De igual forma que el personaje de Firth, al final del film, da cuerpo a su amor inalcanzable en la vida real, comunicándose con él a través de la magia de los mundos invisibles, Allen parece esperanzarse en que, quizás, sí que pueda haber una luz al final del túnel, que el mundo del hombre esté edificado sobre capas de bondadosa infinitud.
Gracias.