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Voto de Ana Mayo :
8
Drama El pintor holandés post-impresionista, Van Gogh (Willem Dafoe), se mudó en 1886 a Francia, donde vivió un tiempo conociendo a miembros de la vanguardia incluyendo a Paul Gauguin (Oscar Isaac). Una época en la que pintó las obras maestras espectaculares que son reconocibles en todo el mundo hoy en día.
18 de mayo de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida y la obra póstumas de Vincent Van Gogh son un ejemplo de recuperación histórica y divulgación de un artista muerto en el silencio, en la soledad y en el olvido (tres elementos de amargo jugo que acompañan la trayectoria vital de no pocos artistas que acaban muriendo en el anonimato más gélido y descorazonador). Ese fue el triste sino de Vincent Willem Van Gogh (1853-1890), primogénito de Theodorus Van Gogh, pastor protestante, y Anna Carbentus. En 1857 nacería su hermano Theodorus, coloquialmente llamado Theo.

Entonces, si el universal artista Van Gogh murió en el olvido, ¿quiénes se encargaron de recuperar su memoria y su legado? Principalmente esta labor recayó en manos de su cuñada, con la compilación del epistolario del pintor, publicado en español con el título “Cartas a Theo”. Además de ella, otros contemporáneos del artista publicaron sus testimonios, cartas o memorias, como es el caso de Paul Gauguin (Oscar Isaac en la película) que narró su estancia en Arlés en el texto “Avant et Après”, publicado algunos años después de la muerte de Van Gogh.

La película que nos ocupa es una obra muy personal del también pintor Julian Schnabel . Años atrás ya se atrevió con las biografías de otros artistas atormentados, como el pintor Jean-Michel Basquiat (“Basquiat”, 1996) y el poeta Reinaldo Arenas (“Antes que anochezca”, 2000). En la cinta se intenta reflejar la andadura de Van Gogh como un auténtico “peregrino en el camino de Dios”. En mi opinión, Dios, la luz y la verdad son los tres conceptos, las tres claves, los tres lados que conforman el triángulo equilátero de esa sed o búsqueda existencial.

A Willem Dafoe, espléndido en el papel protagonista, le acompaña un reparto internacional, una galería de actores y actrices convincentes en sus respectivos papeles: Rupert Friend como su hermano Theo, Oscar Isaac como el enérgico Paul Gauguin, Emmanuelle Seigner como “la arlesiana”, Mathieu Amalric como el compasivo doctor Gachet, o Mads Mikkelsen como el sacerdote del sanatorio.

Lo mejor: Willem Dafoe abandona su identidad de actor norteamericano y se vacía completamente para metamorfosearse en el pintor holandés, con todo su dolor y sufrimiento. Por otro lado, Mads Mikkelsen, sobrio a la par que fabuloso, nos regala unos minutos de conversación metafísica y teológica con el pintor. Asimismo merece una mención la fotografía, con un cuidado tratamiento de la luz y hermosas escenas bucólicas.

Lo peor: La cinta se puede hacer larga y reiterativa, le sobra metraje. Aun así vale la pena su visionado, sobre todo para apasionados del arte o interesados en la biografía de este artista incomprendido en su tiempo, que escribió: “Se puede tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido y, sin embargo, puede que nadie acuda jamás a acogerse a él.”
Ana Mayo
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