Luego de una escaramuza frente a su casa, Ivo un campesino que cultiva mandarinas, recoge a un checheno y un georgiano que resultaron heridos e inconscientes. Cuidándolos, dándoles de comer, poco a poco, apenas viviendo, va facilitando un espacio para hablar sin matarse -no sin odiarse-, y así, sin resolver sus conflictos políticos, sin conversar sobre historia, sin discutir posiciones ideológicas, van conviviendo, van comiendo juntos, van bebiendo un trago de licor. A lo Esopo, nos muestra de quién es la tierra por lo que luchan los hombres. Mandarinas es una película poética, anti belicista, magníficamente contada mediante diálogos precisos y silencios que permiten leer el alma.