Raul Arévalo nos obsequia con un film de sci-fi (si no pertenece a este género no le veo explicación a la historia) donde uno puede circular en coche por Sitges ¡y aparcar! sin problemas y sin cruzarse con otro vehículo, como en un pueblito de Albacete; donde no se ven turistas quemados por el sol con una cerveza en la mano, donde no hay manteros asediándote, donde hay calas en verano ¡en las que no hay ni un bañista!, en un mundo en el que al descubrir que tu mejor amigo y tu ex-novia (?) les ha faltado tiempo para enrollarse cuando tú te has ido al extranjero, ni siquiera te cabreas y encima les haces un regalo, donde deambulando en bicicleta por Ámsterdam hay una sospechosa monotonía racial europea, blanca y joven ... en fin, una realidad alternativa, otra dimensión de gente buenísima, una utopia como la descrita por Tomas Moro completamente alejada de la realidad de la costa mediterránea donde abunda el guiri borracho, el infierno del tráfico, las playas atestadas, los poligoneros tatuados, las drogas, la violencia de género y las medusas...

Pero claro, no olvidemos el aspecto comercial del corto y su "mediterráneamente". Una visión similar a la de las islas del Egeo del musical "Mamma mía".

Raul Arévalo cumple a la perfección. Es un corto dinámico y bien rodado. Y luego están los actores. Buenos y profesionales. Quizás demasiado sanos y bellos, pero no vas a poner a alguien tipo "pim pam toma lacasitos". Y sobre ellos un Dinklage excelente, homenajeando al Bogart imaginario de "Sueños de un seductor" de Woody Allen, donde también se relata las tensiones de un protagonista con su amigo y la novia de éste ...