Barroca, preciosista, corrosiva y reveladora reconstrucción de un personaje, el ínclito Giulio Andreotti, que personifica como pocos las miserias de la Italia del siglo XX, y por extensión las de un sistema y una forma de funcionar apoyada en el cinismo, la corrupción, las mentiras y la violencia política, siempre con la excusa de preservar el orden y evitar "males mayores".

Toni Servillo se mete con maestría en la piel de un personaje gris pero carismático, monstruosamente frío pero casi entrañable, amoral, ambiguo, atrayente y repugnante a un tiempo. Sobre esa interpretación se construye un relato frenético sobre las relaciones entre política y mafia en el que se ofrecen tantos datos que es fácil despistarse, sobre todo si uno no tiene leído ya algo sobre la historia italiana del siglo XX. No hay tiempo, en todo caso, para aburrirse, y lo principal se capta sin demasiados problemas. Y luego está el estilo elegante y un poco estrafalario de Sorrentino: escenas construidas como cuadros donde la luz y el color son parte de la narrativa, elecciones musicales desconcertantes, uso virtuoso de la cámara...un aspecto técnico y visual que transita por lo brillante pero evita (a veces por los pelos, es cierto) la pedantería.

Muy recomendable.