Había oído (leído) por ahí que "El infierno" (en España "El narco (el infierno)", título refrito para evitar, supongo, improbables confusiones con una cinta de terror esotérico) tenía mucho humor negro y una notable influencia del cine de Tarantino. Y qué queréis que os diga. El poco humor que tiene es muy negro, sí, pero es que tiene, insisto, muy pocos momentos humorísticos. Y de las influencias de Tarantino, menos aún. No sé si habría que recordar a algunos críticos que la violencia en el cine existía antes de Tarantino. Y los personajes sádicos. Y las situaciones absurdas.

Yo de hecho diría que la idea de Luis Estrada es más sacar esos personajes sádicos, esas situaciones absurdas y esa violencia extrema y sin sentido de la propia realidad del norte mexicano. Tengo la impresión de que "El infierno" pretende ser más un retrato sin florituras del narcotráfico, el caciquismo, la corrupción y la miseria que un ejercicio de estilo. Y, si me lo preguntan a mí, diría que lo consigue. Y eso es lo principal. También hay buenos giros de guión, un buen trabajo interpretativo del elenco al completo, personajes terroríficamente cabrones, escenas de acción violenta bien logradas, y una ambientación magnífica (gran puesta en escena, gran fotografía) en tugurios cutres, mansiones estrafalarias y carreteras polvorientas. Y todo eso está muy bien.

Pero tengo la impresión de que lo principal, la idea esencial, era retratar, precisamente en el bicentenario de su fundación, lo jodido que estaba el país.

Objetivo cumplido.