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Madagascar Madagascar · París, Texas
Voto de Hanshiro Tsugumo:
8
Drama Rusia, siglo XVI. Segunda parte: Iván el Terrible vuelve a Moscú, donde los boyardos (nobles terratenientes rusos) siguen conspirando contra él y consiguen incluso el apoyo de la tía del Zar, que quiere ver a su hijo (un incapacitado mental) sentado en el trono y convertido en cabeza de la Iglesia rusa, la cual, mientras tanto, acusa a Iván de herejía. Pero el Zar se adelanta al complot urdido contra él y elimina a sus enemigos con ... [+]
15 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra de carácter dual entre sus dos partes, que quedó inconclusa por motivos políticos y de existencia efímera. El talento de Eisenstein fue explotado con fines propagandísticos por Stalin, lo que sumado a las carencias de medios, presupuestos y obligaciones que cumplir para con el régimen (como la no existencia de protagonistas), lastraron la carrera de un cineasta que demostró de qué era capaz a pesar de todo.

La primera parte de “Iván el Terrible” era muy del gusto de las autoridades de la URSS, mostrando al zar como un héroe que realizaba hazañas épicas y que representaba una autoridad digna de elogio y faro del pueblo. A pesar de su peso panfletario, la obra es de una calidad increíble, a nivel estético, visual, dirección y montaje, principalmente, con escenas que ponen la piel de gallina por su impacto visual, como el primer plano de Iván con el ejército al fondo, los juegos de sombras, la escena de introducción y un largo etcétera.

Sin embargo, la segunda parte supuso para Stalin, tras verla en un pase privado, como si Dorian Gray hubiese mirado su propio retrato. Un espejo en el que se vio reflejado en un Iván mucho más oscuro, suspicaz, cruel, vengativo, paranoico y megalómano, además de una oprichnina que recuerda a las purgas. El paralelismo establecido por Eisenstein con su situación contemporánea sacó de quicio a Stalin, por lo que la película no se exhibió hasta que ambos estuvieron a dos metros bajo tierra. Las actuaciones, aun siendo teatrales como en el cine mudo, en la segunda parte son algo más comedidas, especialmente Nikolay Cherkasov que, según teorías que relacionan a algunos personajes con el comportamiento de algunos animales, tendría actitud de pájaro con la barba picuda, los ojos muy abiertos y los movimientos sacádicos de cabeza, que en la primera parte fabrica su nido y en la segunda se convierte en un rapaz que da caza a sus enemigos sin piedad. El final, con tonos rojizos primero y amarillo después, le da un toque onírico en una escena de gran potencia visual y emocional como el banquete donde se cuestiona el placer que aporta el poder, para a continuación sucumbir Iván a su propia naturaleza y ambición.

Totalmente recomendable si se tiene interés tanto por el cine como por la historia y el arte.
Hanshiro Tsugumo
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