Bastante interesante, a la par que desmedidamente violenta película de Oliver Stone, sobre una pareja de asesinos de masas a los que los medios de comunicación lanzan a la fama y convierten en ídolos de la audiencia.

Woody Harrelson está perfecto en un papel hecho a su medida, también digno de mención Tommy Lee Jones, en un plan medio paródico. Un montaje bastante original y una fotografía que cambia de color a blanco y negro cuando menos lo esperas, con tomas casi documentales, le añaden un plus de interés a la película. Quien busque sangre la va a encontrar en cantidades industriales. Desde luego la película no decae en ningún momento, con un ritmo frenético, alocado, con una banda sonora que le hace justicia (con el temazo "Shitlist" de L7 a la cabeza), medio en serio, medio en broma, las actuaciones, muchas veces sobreactuadas exprofeso, sitúan al largometraje en un tono crítico-paródico.

En efecto, se critica a la sociedad de la información. Cómo los medios de comunicación convierten a los villanos en héroes, ganándose la admiración del populacho y la esperanza de aspirar algún día a ser como sus ídolos. Lo vemos a diario. Los medios hacen famosos a los que deberían permanecer en el más absoluto anonimato, a los peores ejemplos a seguir, a ser posible acusados de uno o varios crímenes, los convierten en estrellas mediáticas. Claro que más culpa tienen los seguidores. A diario vemos, incluso en el telediario (supuestamente el programa más serio) "adornar" las noticias sacando a los cadáveres o, a veces, el momento exacto de la muerte de alguien, como recientemente al periodista de guerra al que acribillan en Siria ante nuestra inmutable mirada.

¿Quién es más inmoral, los criminales o los que los encumbran a la cima del éxito?