De Robert Rodriguez y James Cameron se pueden tener opiniones muy distintas, sus películas pueden gustar más o menos, pero lo que es indudable es que son dos individuos que de hacer películas saben un rato largo, cada uno con su estilo y circunstancias. Por recurrir a un chascarrillo habitual, lo que estos dos han olvidado muchos otros directores no llegarán a saberlo en su vida.

Adaptar un manga como GUNNM a la pantalla es una tarea de titanes. La obra de Kishiro es una gozada para cualquier aficionado al comic, pero trasladar todo ese universo al cine requiere hilar muy, muy fino. Además es muy fácil que a los que conocen el manga no les agrade la adaptación y que a los que no lo han leído todo esto les resulte absurdo.

Y ahí entra la capacidad del director y del guionista/productor, en saber condensar una historia de cientos de páginas en varios volúmenes en una película de apenas dos horas, sin traicionar el espíritu original de la historia y sin abrumar al que acaba de conocer al personaje.

No todo es perfecto, por supuesto. Como en toda adaptación, se condensan demasiadas cosas en muy poco tiempo, algunas de ellas de forma apresurada, y se pierden un montón de matices por una simple cuestión de tiempo. Pero también se acierta en no intentar abarcar absolutamente todo. En un estilo muy Cameron se deja un final abierto a secuelas en las que desarrollar el personaje y su aventura.

Incluso el efecto de ojos aumentados de la protagonista, que a mi me parecía una tontería cuando se empezó a hablar del mismo, resulta muy inteligente. Alita transmite así una imagen entre tierna y desafiante, remarcando su condición de cyborg medio humana/medio máquina.

En conclusión, que es una película muy digna, muy entretenida y recomendable. Y que ojalá tenga las continuaciones que se merece. Y que las realicen Rodriguez y Cameron, por supuesto.