Nueva película de fantasmas, que no aporta nada nuevo al género, y que, entre otras cosas, cuenta con un par de conocidos actores venidos a menos.
Empezando por Adrien Brody, que aunque no sea uno de mis predilectos, ha hecho algún trabajo digno de mención. Podría citar “El pianista” (2002) o “El profesor” (2011) por poner un par de ejemplos. Aquí sin embargo todo son caretos más propios del estreñimiento que de cualquier otra cosa. Antes me decía poco y ahora no me dice nada.
Y por otro lado tenemos a Sam Neill… Un habitual que siempre estará marcado por su papel en Jurassic Park (1993), aunque yo prefiera otras películas suyas como “En la boca del miedo” (1994) o “Event Horizon” (1997). Aquí sale bastante poco y destaca aún menos.

Una vez comentados los intérpretes vamos a pasar a la trama. Una historia típica de fantasmas que por momentos desprende aromas a productos de sobremesa de cadenas generalistas. Todo muy visto y todo bastante cutre en mi humilde opinión.
También es inevitable ver los paralelismos con otra película mucho mejor valorada pero que a mi tampoco me entusiasma. Estoy hablando de “El sexto sentido” (1999). Ya os podéis ir haciendo una idea de por donde van los tiros.

Y poco más que contar sobre esto. Por criticar un poco más diría que busca un final impactante, con sorpresa… Pero dicha sorpresa se ve a leguas de distancia. Una muestra más de que, a los que amamos el cine, muchas veces se nos trata como tontos… ¿Porque qué mejor que poner un final así para que nos creamos que somos muy inteligentes por adivinarlo?.

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