Delicada, elegante, excelente y divertida. La humanidad de Ford rebosa desde le primera escena a la última. Las lágrimas que brotan de algunos personajes acaban convirtiéndose en las nuestras. Una historia muy emocionante. Ford dirige con maestría un retrato moral e histórico de ese interior estadounidense, con una buena dosis de entusiasmo y optimismo, con sus notas habituales de humor, pero al mismo tiempo critica la hipocresía del puritanismo, la cual se convierte en una crítica universal. Magnífico. Además, se hace un guiño a sí mismo, ya que esta película es un remake, revisitado 20 años después, de otro título también suyo. Mucho mejor ahora, desde luego, vuelve a uno de sus lugares predilectos ya como un maestro consagrado. Hay muchas cosas remarcables, pero sin duda el cortejo fúnebre es la mejor escena fúnebre jamás filmada, mientras no se demuestre lo contrario. Inigualable... Poco se puede añadir a unos minutos que te dejan con la boca abierta... En fin, se trata de una película extraordinaria que, sin ser de los títulos más famosos de John Ford, es simplemente soberbia.