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Voto de Rodión:
8
15 de abril de 2023
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Interesante película sobre las autorepresiones personales y como se canalizan en ilusiones salvadoras que pretenden a modo de solución liberarnos, pero que generalmente terminan desmoronándose, y al caer encuentran culpables en el otro, nunca en uno mismo.
Me recordó a la "La profesora de piano" (Michael Haneke, 2001), en ambas tenemos a una mujer que ejerce la profesión de profesora, reprimida, símil "mosquita muerta", y controlada por otra mujer (en este caso la madrina de Berenice, en la Profesora de piano, es la madre) que ejerce la figura paterna fuerte y dominante (algo de esto también encontramos en el El cisne negro, 2010, Darren Aronofsky) que nunca estuvo presente para poner un límite a esa madre que todo lo abarca. También, en ambas películas encontramos a una mujer sexualmente reprimida, cuasi infantil, y esto lo notamos en la escena que Berenice pide ir al baño en un restaurante y aprovecha para dibujar un símbolo fálico en la puerta, a modo de colegiala, solo que ella no es una niña, sino una viuda de más de treinta años. En la Profesora de piano, la protagonista hace casi lo mismo, pero en video club mirando porno a escondidas. En ambas películas, siempre muy vigiladas de cerca por su protectora, reportando horarios, durmiendo con la puerta abierta y con exceso de sometimiento. Y no puede faltar la relación masculina que viene a salvarlo todo, en el caso de Berenice, el Doctor, que como un príncipe azul la va a sacar de esa realidad (solo que él nunca le ha prometido nada de lo que ella imagina).
Bien retratada la psicología femenina, la escena de cortejo del Doctor (en el cine a oscuras agarrando su mano y en el restaurante), sin caer en la cursilería ni en la de galán ganador.
Lo mejor de todo, es que el director no juzga, los personajes no son ni buenos ni malos, están ahí en su realidad y cada uno al final puede hacer su lectura.
Recomendada.
Me recordó a la "La profesora de piano" (Michael Haneke, 2001), en ambas tenemos a una mujer que ejerce la profesión de profesora, reprimida, símil "mosquita muerta", y controlada por otra mujer (en este caso la madrina de Berenice, en la Profesora de piano, es la madre) que ejerce la figura paterna fuerte y dominante (algo de esto también encontramos en el El cisne negro, 2010, Darren Aronofsky) que nunca estuvo presente para poner un límite a esa madre que todo lo abarca. También, en ambas películas encontramos a una mujer sexualmente reprimida, cuasi infantil, y esto lo notamos en la escena que Berenice pide ir al baño en un restaurante y aprovecha para dibujar un símbolo fálico en la puerta, a modo de colegiala, solo que ella no es una niña, sino una viuda de más de treinta años. En la Profesora de piano, la protagonista hace casi lo mismo, pero en video club mirando porno a escondidas. En ambas películas, siempre muy vigiladas de cerca por su protectora, reportando horarios, durmiendo con la puerta abierta y con exceso de sometimiento. Y no puede faltar la relación masculina que viene a salvarlo todo, en el caso de Berenice, el Doctor, que como un príncipe azul la va a sacar de esa realidad (solo que él nunca le ha prometido nada de lo que ella imagina).
Bien retratada la psicología femenina, la escena de cortejo del Doctor (en el cine a oscuras agarrando su mano y en el restaurante), sin caer en la cursilería ni en la de galán ganador.
Lo mejor de todo, es que el director no juzga, los personajes no son ni buenos ni malos, están ahí en su realidad y cada uno al final puede hacer su lectura.
Recomendada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El final de la película da a pensar, ¿por qué Berenice asesina a la madrina con tanta saña quemándola viva?.
En toda la película se da a sospechar que hizo lo mismo con su marido, pero no está claro. Tampoco se sabe si Berenice es la que de poco va envenenando a su madrina con los medicamentos (para ser la heredera de todo), hay algunas escenas sospechosas en la manipulación de los mismos, es más, la madrina tiene una breve recuperación cuando el Doctor cambia sus medicinas por otras, y en esa breve recuperación, Berenice necesita que el Doctor vuelva a su casa como excusa, y entonces la madrina vuelve a caer enferma.
La madrina es una vieja usurera, vive de las letras de cambio y los intereses compuestos, aprovechándose de las desgracias ajenas sin miramientos, un 2% si tuviste una helada con tu cosecha y no puedes pagar tus deudas. También, cuando Berenice quiere comprar un auto, la madrina se ofrece a prestarle "bajo las condiciones normales" (es decir, con intereses), por eso ella duda entre comprar un usado (y ser libre de deudas) o uno nuevo y deberle intereses a la madrina (más cadenas).
Y la madrina, vieja codiciosa, duerme con su caja fuerte a lado de la cama, acariciando letras de cambio todas las noches con su calculadora fetiche, gastando su capital en televisores de todo tipo que nadie utiliza (en esa época tener más de un televisor era un lujo).
No por algo Berenice la quema viva con todas sus letras de cambio esparcidas en su cama, como simbolizando el fin de todas las cadenas que las atan a ella.
Incluso podríamos decir que no fue premeditado, porque la hubiera podido asesinar antes, pero no quedan dudas que la madrina es un obstáculo, y queda evidente cuando Berenice al intuir la muerte de la madrina por causas naturales, la última noche con el Doctor, se despierta decepcionada a la mañana siguiente cuando la encuentra viva, lo cual reafirma que sus cadenas continúan y que ella hubiera preferido una muerte natural.
Para echar más leña al fuego (nunca mejor empleada la expresión), en su último sueño aparece la madrina riéndose y diciéndole que "disfrute del Doctor con el auto que ella pagó", eso no solo alimenta el odio de Berenice al sentirse una inútil por no poder pagar un auto, sino evidencia la dependencia económica hacia la vieja.
¿Pero era mala la madrina?. Yo pienso que no, no la trataba mal, incluso se hizo cargo de ella y la mantenía. Claro que el dinero no es todo.
Con el Doctor pasa algo similar, en todo momento Berenice fue prevenida por él y por los comentarios de otra mujeres, que él no buscaba una relación seria, sino amor libre, que durara mientras fuera una aventura. Pero ella no hizo caso, creo una imagen equivocada del él, incluso los vestidos de novia que aparecían en los escaparates en los momentos que estaban juntos eran una señal para ella, el príncipe que la liberaría de las cadenas de su madrina llevándosela con él. Luego cuando el Doctor la deja para seguir de viaje por el mundo, ella lo increpa con amargura, se entiende su tristeza, pero ¿qué podemos decirle?, y nada, no queda otra que aguantársela, Berenice.
Más que un plan orquestado de antaño, parece que toda esta frustración, junto a su concepto de que el odio es un sentimiento importante que hay que alimentar, revientan en su peor momento (como siempre pasa), llevándola a incendiar todo (una obsesión similar a la protagonista de Mademoiselle, 1966, Tony Richardson), porque para ella la culpa está en los otros, en las personas que la rodean, y no en las decisiones que toma en su vida.
En toda la película se da a sospechar que hizo lo mismo con su marido, pero no está claro. Tampoco se sabe si Berenice es la que de poco va envenenando a su madrina con los medicamentos (para ser la heredera de todo), hay algunas escenas sospechosas en la manipulación de los mismos, es más, la madrina tiene una breve recuperación cuando el Doctor cambia sus medicinas por otras, y en esa breve recuperación, Berenice necesita que el Doctor vuelva a su casa como excusa, y entonces la madrina vuelve a caer enferma.
La madrina es una vieja usurera, vive de las letras de cambio y los intereses compuestos, aprovechándose de las desgracias ajenas sin miramientos, un 2% si tuviste una helada con tu cosecha y no puedes pagar tus deudas. También, cuando Berenice quiere comprar un auto, la madrina se ofrece a prestarle "bajo las condiciones normales" (es decir, con intereses), por eso ella duda entre comprar un usado (y ser libre de deudas) o uno nuevo y deberle intereses a la madrina (más cadenas).
Y la madrina, vieja codiciosa, duerme con su caja fuerte a lado de la cama, acariciando letras de cambio todas las noches con su calculadora fetiche, gastando su capital en televisores de todo tipo que nadie utiliza (en esa época tener más de un televisor era un lujo).
No por algo Berenice la quema viva con todas sus letras de cambio esparcidas en su cama, como simbolizando el fin de todas las cadenas que las atan a ella.
Incluso podríamos decir que no fue premeditado, porque la hubiera podido asesinar antes, pero no quedan dudas que la madrina es un obstáculo, y queda evidente cuando Berenice al intuir la muerte de la madrina por causas naturales, la última noche con el Doctor, se despierta decepcionada a la mañana siguiente cuando la encuentra viva, lo cual reafirma que sus cadenas continúan y que ella hubiera preferido una muerte natural.
Para echar más leña al fuego (nunca mejor empleada la expresión), en su último sueño aparece la madrina riéndose y diciéndole que "disfrute del Doctor con el auto que ella pagó", eso no solo alimenta el odio de Berenice al sentirse una inútil por no poder pagar un auto, sino evidencia la dependencia económica hacia la vieja.
¿Pero era mala la madrina?. Yo pienso que no, no la trataba mal, incluso se hizo cargo de ella y la mantenía. Claro que el dinero no es todo.
Con el Doctor pasa algo similar, en todo momento Berenice fue prevenida por él y por los comentarios de otra mujeres, que él no buscaba una relación seria, sino amor libre, que durara mientras fuera una aventura. Pero ella no hizo caso, creo una imagen equivocada del él, incluso los vestidos de novia que aparecían en los escaparates en los momentos que estaban juntos eran una señal para ella, el príncipe que la liberaría de las cadenas de su madrina llevándosela con él. Luego cuando el Doctor la deja para seguir de viaje por el mundo, ella lo increpa con amargura, se entiende su tristeza, pero ¿qué podemos decirle?, y nada, no queda otra que aguantársela, Berenice.
Más que un plan orquestado de antaño, parece que toda esta frustración, junto a su concepto de que el odio es un sentimiento importante que hay que alimentar, revientan en su peor momento (como siempre pasa), llevándola a incendiar todo (una obsesión similar a la protagonista de Mademoiselle, 1966, Tony Richardson), porque para ella la culpa está en los otros, en las personas que la rodean, y no en las decisiones que toma en su vida.