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España España · Miranda de Ebro
Voto de Cocalisa:
8
Comedia. Drama. Romance Un hombre que ha perdido completamente la memoria debe reiniciar su vida en una zona marginal, junto a seres humanos apartados de la sociedad. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2007
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre sin pasado -un hombre al que una agresión brutal, gratuita, ha robado la memoria- nos conduce, a través de un viaje iniciático, a la marginalidad finlandesa. La elección de un tema recurrente en la cinematografía clásica, la amnesia, sirve a Aki Kaurismäki (guionista, director y productor del film) para proyectar una mirada supuestamente imperturbable, fría, sobre la realidad. Desapego aparente, porque lo que esta enésima incursión en la crítica social de uno de los realizadores más personales del panorama europeo ofrece es, muy al contrario, un auténtico recital poético, un relato profundamente humano y humanista, una apasionada reivindicación del valor de cada individuo, del potencial de felicidad que cada cual posee.
Personajes antológicos en un marco de pobreza extrema y solidaridad (a veces organizada, como la que presta el Ejército de Salvación; a veces instintiva, como la que prodiga el protagonista, un magnífico Markku Peltola) que ponen más de manifiesto la radical injusticia de un sistema socioeconómico que se pretende carente de alternativas. Personajes regidos no por el absurdo o el humor negro -como han sostenido algunos de los comentaristas que se han ocupado del film, una vez que éste mereció el “Gran Premio del Jurado”, presidido por David Lynch, en el Festival de Cannes del pasado año-, sino por una inalienable dignidad, por una insobornable bondad que pone más y más de manifiesto que el absurdo preside, precisamente, el actuar de los otros, de los asentados, de los acomodados en unas reglas del juego irresolublemente zafias.
El hecho de que su actriz principal -Kati Outinen, esposa del director, dando vida a una sobria asistente- recibiera el “Premio a la Mejor Interpretación Femenina” también en Cannes, o de que la obra fuera declarada como “Mejor Película del Año 2002” por la Federación Internacional de la Crítica, no impidió que este trabajo espléndido de Kaurismäki, comparado por más de un crítico con lo mejor de Dreyer, pasara casi desapercibido por las salas comerciales de, entre otros, nuestro país. Se suma así a la difícil trayectoria que en el mercado español han tenido otras de sus siempre originalísimas producciones (La chica de la fábrica de cerillas, 1990, Contraté un asesino a sueldo, 1990, La vida de bohemia, 1992, o Nubes pasajeras, 1996). Dificultad que, felizmente, no parece preocupar a Aki Kaurismäki, quien -tras haber dirigido en 1998 Juha, la última película ¡muda! en blanco y negro del siglo XX- se permite bromear sobre sí mismo declarándose “claramente un hombre de negocios”. Hei -hola-, santos inocentes.
Cocalisa
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