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España España · Córdoba
Voto de Talía666:
5
Drama. Romance Cuando en 2011 se legaliza en Nueva York el matrimonio homosexual, Ben y George, que llevan 39 años juntos, deciden casarse. Poco después, despiden a George sin explicación alguna de la escuela católica donde enseñaba música, y pierden su piso en Chelsea. Una pareja gay de policías acoge a George, y Ben se va a vivir a casa de su sobrino, en Brooklyn. El verse obligados a vivir en casas ajenas, el esfuerzo por ser amables o la ... [+]
10 de junio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué bonito es el amor cuando ya está por encima del sexo, de las pasiones, de los ardores de la juventud, cuando ya ha superado casi todas las pruebas y la única que le queda por pasar es la de la inevitable separación que supone la muerte. Pero… y si esa separación ocurre de manera forzada antes de la muerte?

A los héroes de nuestra peli, una pareja gay que lleva junta toda la vida, les pasa justamente eso, que por un problema económico se ven obligados a separarse e irse a vivir cada uno por su lado con distintos parientes y amigos. Uno se muda con unos sobrinos y se instala en el cuarto del hijo adolescente, y el otro se va a casa de unos amigos gays que están todo el día montando juergas y jaranas en el salón, que es donde está el sofá cama de nuestro amigo. Así que a la tristeza por la obligada separación se unen las dificultades de convivencia con sus nuevos compañeros de piso.

Ésta es una historia sencilla y sin pretensiones pero llena de ternura y buenos sentimientos. Los dos protagonistas, Alfred Molina y John Lithgow, están comestibles; sus personajes son tan de carne y hueso que dan ganas de acurrucarlos y ofrecerles un rincón de tu propia casa, aunque sea un minúsculo apartamento y no quepa un alfiler.

Sin embargo echo de menos que esa ternura se haga extensible al resto de personajes. Quiero decir que si tú, como espectador, estás enamorado de los dos viejos amantes y querrías acogerlos en tu propia casa, cómo es posible que las personas con las que viven se muestren tan poco empáticos con ellos. En particular la relación con los amigos juerguistas es un tanto surrealista puesto que si saben que han cedido su sofá a un señor mayor a nadie se le ocurriría montar un fiestorro día sí y día también. Es puro sentido común.

En fin, creo que a Ira Sachs le ha quedado una bonita historia de amor, aderezada además con una estupenda banda sonora que hará las delicias de los melómanos, pero en mi opinión hay flequillos que no me convencen. En todo caso, la recomiendo a todo el mundo con un poco de sentido y sensibilidad. Advierto que al final es difícil no llorar. Y hasta aquí puedo contar.
Talía666
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