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España España · Córdoba
Voto de Talía666:
2
Drama. Romance A finales del siglo XVIII, cuando los puritanos ingleses ya se habían asentado en América, el reverendo Dimesdalo, de la estricta comunidad de Boston, se enamora de la audaz Hester Prynn, una mujer muy independiente y de gran fortaleza moral, cuyo marido, de momento, se ha quedado en Inglaterra. Sus vecinos, la critican duramente y, cuando Hester se queda encinta, es juzgada como adúltera y enviada a prisión. Libre adaptación de la ... [+]
29 de noviembre de 2013
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por el alabadísimo Roland Joffé (“La Misión”) cuyo principal atractivo, lo digo desde ya sin disimulos, es la aparición estelar, como su madre lo trajo al mundo pero un poco más crecidito, del bello y gallardo Gary Oldman.

La cosa va de amoríos clericales. Os cuento: una señora se va a vivir a un pueblecito de la América profunda y un buen día, paseando por el bosque, ve en un lago solazándose en sus cristalinas aguas a un hermoso doncel en pelota picada. La moza, como es natural, se queda muy favorablemente impresionada, y cuando descubre que el bello caballero del lago no es otro que el reverendo de la comunidad, pues ya no hay nada que hacer, se ha quedado kao.

Y yo la entiendo, que conste. Una va por ahí tan tranquila, sin saber que a la vuelta de la esquina puede esperarla una inquietante visión varonil que cambia su vida para siempre, y claro, no estamos preparadas psicológicamente, no tenemos defensa para esas cosas. En definitiva, que la señora y el clérigo sucumben a la pasión y echan un polvo muy bonito entre tenues luces titilantes, se comen los morros, se agarran de sus respectivas melenas y es de suponer que disfrutan de sendos orgasmos con toda probabilidad simultáneos, a juzgar por el cuelgue descomunal que se pillan.

Total, que la mujer esta se pierde por completo, y como perdida que es, las autoridades del pueblo la castigan obligándola a ponerse una letra colorada (concretamente una A) en la pechera de su vestido, que también es coñazo tener que estar con la A para arriba y para abajo poniéndola en todos los vestidos. Bien le podían haber dado unas cuantas para que se las cosiera en cada prenda para no tener que andar en plan quita y pon todo el día. Menos mal que tampoco tiene la mujer demasiada variedad en su vestuario y con un par de blusitas está apañada.

El castigo de la A sobre el pecho por lo visto es la hossstia. Lo que son las cosas, hoy en día todo el mundo lleva sudaderas con letras y el castigo justamente es no tener letrita que llevarse al pecho. A mí personalmente me parece mucho peor el otro castigo que le ponen, que es un tamborilero que la sigue a todas partes tocando una espantosa melodía tamboril. Eso sí es una putada y lo demás es tontería.

En fin, una de esas historias coñazo que sólo están justificadas en función del polvo cenital y de la indiscutible belleza de los protagonistas. La conclusión es clara. Una mira a Rouco Varela y se lo imagina en pelotas nadando en un lago y es inevitable una reflexión: madre mía, cómo ha degenerado el clero. Qué pena.
Talía666
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