"X" es una disección sobre nuestra era. No persigue tanto el terror como las fuentes de las que bebe ("La matanza de Texas", especialmente), sino que se interesa por lo que ofrece el género del terror como herramienta para narrar un cuento de hadas depresivo sobre cómo afecta el paso del tiempo, la vejez, en una anciana traumatizada. West juega inteligentemente con sus bazas, convierte el erotismo en porno y realiza otra película con un serio parentesco con "The sacrament". El entorno rural ayuda a entender mejor el oscuro (por cómo se interpreta) sentimiento religioso de las gentes que ahí habitan; todo se filtra bajo la amenaza de la culpa. La religión es otra herramienta más para hablar de nuestros propios traumas. "X" tiene un tremendo poso de tristeza y oscuridad, pues habla de la no aceptación de la vejez y del endeble empoderamiento de la juventud por el mero hecho de ser juventud. Así pues, el componente psicológico de esta película supera al del terror. El miedo, por tanto, está dentro de cada espectador y, en dependencia de cómo reflexione sobre las cuestiones que West plantea, cada cual lo pasará mejor o peor.