Un director de tercera con nombre de narcotraficante colombiano ha hecho un atentado al cine y al buen gusto. Como bien ha dicho Zelda, no se salva ni el apuntador, todo es una horterada horrorosa. Postal cutre-salchichera de Barcelona para niñas preadolescentes yankees que llevan botas peludas de pelo rosa. Que a ellas les gustara se lo perdono (eran jóvenes), a los productores que metieron la pasta no.

Lo mejor: que nunca se estrenó en el cine y así muchos padres se ahorraron el dinero y una tortura de dos horas sin poder ver el sol.

Lo peor: que no tuvieron suficiente e hicieron una tercera parte.