Serie ligeramente infravalorada que, sin ser de autor, tiene unas cuantas fortalezas en su haber para merecer una mejor consideración. En primer lugar, parte de una premisa distópica la mar de interesante que, aunque en Europa nos suena a chifladura inverosímil, en los USA de Trump, de la violencia callejera, de la cultura de las armas y de la polarización política no parece tan descabellada. Esta premisa tiene además dos vertientes que suscitan múltiples preguntas, una política (cómo y en qué se sustenta un sistema que elimina las leyes un día al año? quién se aprovecha de él y quién sale perdiendo? la ausencia de normas siempre supone que el pez grande se come al chico?) y otra filosófica (el hombre es siempre un lobo para el hombre? hasta dónde llegan nuestros límites morales si no hay nadie que nos controle y el Estado refrenda nuestras más oscuras depravaciones? creamos espontáneamente nuevas normas en medio de la anarquía?).

Todas estas cuestiones tienen mucha chicha y dan para pensar en multitud de aspectos de nuestra realidad actual, que de hecho se ven reflejadas en la serie en cuestiones muy concretas a través de las historias de sus protagonistas (la frustración de la clase media americana que dio alas a Trump, la discriminación por razón de sexo que aún sufren muchas mujeres, el tóxico ambiente laboral y los trepas sin escrúpulos alentados por la cultura neoliberal...), historias que además son narradas de forma vertiginosa y adictiva y con tramas entrelazadas repletas de sorpresas que te mantendrán, como digo, pegado al sofá devorando un capítulo tras otro.

Sí se puede achacar un exceso de efectismo cercano a películas de terror de serie B en algunas escenas y el hecho de que las actuaciones no son de Óscar, pero creo que en general la serie es un producto muy, muy conseguido que se merece algo más de nota.