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España España · Madrid
Voto de paki:
10
Drama Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
5 de septiembre de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi hace mil años; la leí no hace mucho y la volví a ver ayer de madrugada. La memoria es curiosa: el libro estaba reciente, pero fue esa película, perdida en un recuerdo vago, la que aparecía, recordándome escenas que me sabían cada vez más frescas y jugosas. Según avanzaba, iba recordando lo que sentí cuando la vi de pequeña. Que me gustaría llevar el pelo paje y ese peto vaquero que parecía tan cómodo para lanzarse, a toda pastilla, en una rueda, calle abajo. Hasta llegar a una casa donde vivía todo el misterio que una pudiera soportar. Y quería tener un hermano como Jem, tan cómodo como el peto, tan divertido como la rueda, tan sorprendente, fuerte, listo, bueno y guapo que no había más remedio que quererle y estar orgullosa de él. Y, sobre todo, quería un Atticus. Más que ninguna otra cosa, incluidos Jem y la rueda... Envidiaba por sobre todas las cosas tener un porche con un banco colgante, donde por la noche, antes de dormir, alguien como él me enseñara todas las cosas importantes de la vida. Yo no sabía ponerle nombres a esas cosas, ahora los llamaría honradez, justicia, coherencia, empatía, solidaridad, bondad y tolerancia. Pero antes, en mis recuerdos de mil años atrás era algo que tenía que ver con no pelear con la gente que quiere pelea contigo sin razón, con no juzgar a los demás sin ponerte en su lugar, con no importante ser diferente cuando solo eres tú misma, con no dar por bueno lo que los demás piensen de las cosas antes de conocerlas por ti misma, con no ensañarse con los que están peor que tú, con ayudar, con comprender... Uf! ¿Y cómo se hace eso? Ponte en su lugar, diría. Y él lo haría, además. Aunque fuera muy difícil, aunque le escupieran o le provocaran.

La película seguía pasando y yo seguía recordando. Me daban escalofríos, porque parecía sobrenatural. ¿Tanto me impactó entonces? Igual cuando yo era una enana me parecía un poco a esa niña pelo paje del peto vaquero y podía comprender cosas que parecían complicadas para mi edad ¡Ojala! Seguía con la carne de gallina. Recordé la escena del juicio: Atticus recogiendo sus papeles, fracasado tal vez, acaso derrotado, frágil y perdido, solo en el piso de abajo, y por encima de él, cientos de personas en silencio, de pie, con el sombrero en la mano, esperando que el saliera primero... A lo mejor comprendí que estaba viendo la representación perfecta de la admiración y el respeto por un ser humano.

La película se fue acabando. Volví a recordar escenas y así como fotos que se me habían quedado grabadas también en la memoria: el árbol de los tesoros, los niños por el bosque, el hombre bueno y raro en la penumbra de la habitación... muchas cosas. Y cuando se acabó del todo, también pensé algo que hacía mucho que no pensaba... Recordé por qué hace tiempo la gente se ponía de pie para aplaudir cuando una película se acababa...
paki
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