Me ha gustado mucho Leo que tuvo muchos premios, y también leo muchas malas críticas. Me ha hecho sonreír. No me importa mucho ni los unos ni las otras; por eso creo que he acertado con la idea de Dupontel. Una película disfuncional en el modo contemporáneo de ver las cosas. O no, porque debemos ser legión la multitud que nos alinearíamos con sus adorables protagonistas.
Ella, enferma terminal, al límite de la desesperanza. El hombre, suicida, porque se ha quedado sin porvenir en una sociedad que lo ha caducado por imperativo sociológico. Y el discapacitado, colocado en un puesto donde hace mucho que lo han olvidado.
Desahuciados, suicidas y discapacitados formarían una terna triste y derrotada si no fuera porque, de pronto, el destino les implica en un imposible proyecto común para el que no tienen tiempo. Porque el reloj es una bomba de relojería acercándose rápidamente al cable rojo. Y la ciudad ha cambiado hostilmente. Y la tienda de siempre es un Leroy Merlin y nuestro restaurante preferido también está desahuciado. Y se alquilan las palmeras del parque y hay un muro detrás de las escaleras que antes llevaban al cielo, y que tampoco te llevarán ya nunca al ascenso merecido...
Todo eso parecería muy triste, pero entonces la historia teclea su magia y el humor aparece en la pantalla. Tira a negro, claro, pero es muy ácido y refrescante. Critico contra una sociedad bastante estúpida que, a lo peor, solo puedes ver lúcidamente cuando lo has perdido todo. Una maraña de palabrería, egoísmo, insolidaridad, soledad, superficialidad y tontería. En fin, de idiotez, de la que estarías encantado de escapar...